Llegó el verano y con él el deseo de disfrutar de melones, sandías y albaricoques frescos al primer bocado. La OCU advierte que, más allá del sabor, la forma en que compramos la fruta determina su durabilidad y su seguridad alimentaria. Elegir la pieza perfecta no es solo una cuestión de apariencia, sino de aplicar criterios que garanticen frescura y eviten riesgos de contaminación.
Observar el color, palpar la piel y oler cada pieza se convierten en rutinas indispensables. La OCU ha estudiado más de 90 marcas y variedades, concluyendo que la única manera de proteger tu salud y tu bolsillo es optar siempre por ejemplares enteros y prepararlos en casa con higiene.
5La textura al tacto

Al palpar la superficie de la fruta, influyen el grosor de la piel y la tensión interna del fruto. Según la OCU, la textura debe mantenerse homogénea: zonas blandas o hundidas revelan sobremaduración o daños internos, mientras que una piel demasiado dura puede indicar inmadurez…
Ese ligero masaje con los dedos te ayuda a distinguir una pera sucinta de otra que cede en exceso y pierde jugosidad. La textura uniforme es un indicador de un desarrollo equilibrado y sin golpes.