Llegó el verano y con él el deseo de disfrutar de melones, sandías y albaricoques frescos al primer bocado. La OCU advierte que, más allá del sabor, la forma en que compramos la fruta determina su durabilidad y su seguridad alimentaria. Elegir la pieza perfecta no es solo una cuestión de apariencia, sino de aplicar criterios que garanticen frescura y eviten riesgos de contaminación.
Observar el color, palpar la piel y oler cada pieza se convierten en rutinas indispensables. La OCU ha estudiado más de 90 marcas y variedades, concluyendo que la única manera de proteger tu salud y tu bolsillo es optar siempre por ejemplares enteros y prepararlos en casa con higiene.
2Evita la proliferación de gérmenes

El uso de cuchillos y tablas compartidas sin una limpieza adecuada facilita la transferencia de gérmenes a la pulpa expuesta. La OCU advierte que esa fruta troceada puede convertirse en foco de bacterias si no se mantiene siempre por debajo de 4 C, pues cada minuto fuera del refrigerador acelera la degradación.
Aunque resulte práctico, el precio por kilo de la fruta cortada es también un 50 % más alto que el de la pieza completa. La simple piel intacta actúa como barrera protectora que mantiene a raya a los microorganismos.