Pocas distinciones honoríficas a nivel profesional se comparan con el fichaje de Pablo Isla por Nestlé. En primer lugar, porque se trata de la mayor empresa de alimentación del mundo: cada día se consumen cerca de mil millones de sus productos, y sus marcas son responsables de rellenar 100.000 millones de tazas de café al año. En segundo lugar, porque Isla llega desde fuera de la industria alimentaria y, aún más excepcional, desde fuera de la propia compañía. En sus casi 165 años de historia, eso solo ha ocurrido una vez: con la incorporación de Mark Schneider, considerado durante años el mejor CEO del sector.
Sin embargo, Isla no asumirá la presidencia de Nestlé —cargo que hará efectivo en abril del próximo año— como un premio honorífico de final de carrera, sino como un desafío mayúsculo: el de revitalizar a un gigante que atraviesa una de las etapas más delicadas de su historia reciente.
Nestlé ha perdido la mitad de su capitalización bursátil en los últimos años, afectada por un cúmulo de factores. Entre ellos, una caída persistente del consumo, el avance imparable de marcas emergentes, una creciente presión regulatoria sobre los productos ultraprocesados y la pérdida de dinamismo interno. Ni siquiera el relevo en la dirección ejecutiva —con Laurent Freixe sustituyendo a Schneider el año pasado— ha logrado revertir la situación.
Isla frente al reto más grande de su carrera
La presidencia de Nestlé se perfila como el mayor reto en la trayectoria de Pablo Isla. Pese al enorme tamaño de Inditex, la multinacional gallega no alcanza la escala de Nestlé. Aun tras la fuerte depreciación de su valor en bolsa, la firma suiza mantiene una capitalización un 50% superior, genera un 139% más de ingresos y presenta un Ebitda más del doble que la textil española.

Entonces, ¿por qué recurrir a un directivo ajeno al sector? La respuesta parece clara: Isla representa un estilo de liderazgo capaz de transformar estructuras complejas y reactivar organizaciones anquilosadas. Durante su etapa al frente de Inditex, el ejecutivo español destacó por imprimir una cultura empresarial basada en la eficiencia operativa, la innovación y la agilidad. Valores que hoy Nestlé necesita con urgencia.
¿Inyectar la cultura Inditex en la maquinaria Nestlé?
El fichaje de Isla no solo busca poner orden en las finanzas o estabilizar el liderazgo. También aspira a trasladar parte de la cultura organizacional de Inditex a la multinacional suiza. Uno de los pilares de esa transformación pasa por revitalizar la innovación, un área que brilló especialmente durante el mandato de Isla en la firma textil española.
En sus primeros años, Schneider ya había intentado convertir a Nestlé en una compañía más ágil, lo que le otorgó ventajas competitivas frente a rivales más lentos. Permitió, por ejemplo, que los equipos científicos llevaran productos al mercado con mayor rapidez, incluso en formatos digitales. «Tres años pueden ser razonables para diseñar un coche, pero no para lanzar una barra de chocolate», llegó a decir Schneider.
Sin embargo, ese impulso innovador se fue diluyendo. Según informó Reuters el mismo día de la salida de Schneider, «fuentes del consejo citaban su preocupación por la ralentización en el desarrollo de productos, que tardaban cada vez más en idearse y comercializarse».
Una Nestlé más digital y premium
Otra de las claves del nuevo rumbo será profundizar en la digitalización de Nestlé, un ámbito que también formó parte esencial del legado de Isla en Inditex. Bajo su liderazgo, el grupo textil desarrolló un sólido ecosistema digital que permitió integrar el comercio electrónico en tiempo récord. Esa experiencia será vital para competir con las marcas emergentes en alimentación, que ya han demostrado ser más rápidas y eficaces vendiendo directamente al consumidor.
La llegada de Isla puede reforzar la línea por productos premium de Nestlé, especialmente si consigue replicar el posicionamiento diferencial que logró Inditex respecto de otras grandes marcas.
La apuesta por el segmento premium también será una pieza clave en la estrategia. En los años posteriores a la pandemia, la demanda de productos de alta gama aumentó notablemente, mejorando los márgenes de la compañía. Lanzamientos como las cápsulas de Nespresso flat white over ice o la expansión en alimentos de origen vegetal son una muestra de ese potencial. La llegada de Isla puede reforzar esta línea, especialmente si consigue replicar el posicionamiento diferencial que logró con Inditex frente a marcas low cost como Primark o Shein, sin sacrificar volúmenes de venta o márgenes.
Desde la sostenibilidad al marketing
Otro frente en el que Isla deberá intervenir es el de la sostenibilidad, una asignatura donde Nestlé ha hecho promesas ambiciosas —como la inversión de 3.400 millones de euros para luchar contra el cambio climático—, pero que no ha sabido comunicar de forma efectiva. Buena parte de ese presupuesto se destinó, por ejemplo, a mejorar las condiciones de los suelos agrícolas o a reducir el uso de plásticos. Sin embargo, la percepción pública de estos esfuerzos ha sido limitada. La experiencia de Isla, que enfrentó desafíos reputacionales complejos en Inditex —como los vinculados a las condiciones laborales de proveedores—, podría resultar clave para mejorar la narrativa y la credibilidad ambiental de la marca.
Finalmente, la estrategia de marketing será otro punto sensible. Según analistas e inversores, uno de los fallos de la etapa anterior fue la tibieza de la comunicación de marca. Aunque Nestlé ha intentado reactivar su impulso publicitario en los últimos dos años, el tono sigue siendo calificado como «apagado». En este terreno, la aportación directa de Isla podría ser más limitada, dado que Inditex apenas invierte en publicidad convencional. No obstante, su visión de marca y reputación puede servir de contrapunto perfecto al perfil de Laurent Freixe, con 40 años de experiencia en el área de marketing dentro de la compañía.