La llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa en 2018 trajo consigo un discurso regenerador que prometía una Radiotelevisión Española (RTVE) independiente, plural y libre de injerencias políticas. Sin embargo, siete años después, esa promesa parece cada vez más diluida.
El viraje que está experimentando La 1, canal insignia del ente público, ha cristalizado recientemente con los fichajes de Pepa Bueno y Marta Flich, que son dos grandes profesionales con un marcado perfil ideológico y una trayectoria estrechamente vinculada al entorno progresista.
Estos movimientos no son aislados: forman parte de una estrategia más amplia de reconfiguración de contenidos y productoras afines al Ejecutivo socialista, que ya ha sido señalada por voces críticas como el periodista JF Lamata, autor de ‘El Libro Negro de RTVE’, que es una obra clave para entender la evolución de la cadena pública.
CONTROL
Sánchez prometió en 2018 despolitizar RTVE. Sin embargo, como otros presidentes antes que él, el paso del tiempo y la presión mediática, especialmente la que ejercen desde sectores conservadores que deslegitiman al Gobierno de forma sistemática y antidemocrática, han terminado por empujar al Gobierno a justificar la intervención en la televisión pública.
La sensación en Moncloa de que el ecosistema mediático tradicional es hostil a la agenda del Ejecutivo, especialmente por el ‘sindicato del Crimen 2.0’ que se ha configurado gracias a varios periódicos digitales cercanos a la Comunidad de Madrid, ha derivado en una reacción de repliegue: si no se puede contar con los grandes medios, se potencia la maquinaria comunicativa propia. En ese contexto, TVE se convierte en un instrumento clave para contrarrestar la narrativa dominante.
Tras el fallido intento de impulsar una televisión de la mano del Grupo Prisa, el control sobre TVE se ha agudizado. Y el giro de La 1, tradicionalmente más conservadora en su estilo, es sintomático.
APUESTAS
El desembarco de Pepa Bueno en TVE, tras años al frente de la dirección de El País y una dilatada carrera en la SER, es visto como un gesto claro de consolidación ideológica. Periodista solvente, su incorporación servirá para relanzar el ‘Telediario 2’ tras la marcha de Marta Carazo a Zarzuela para servir a la controvertida Letizia Ortiz.
Algo similar ocurre con Marta Flich, economista y presentadora conocida por su estilo desenfadado. Tras abandonar recientemente ‘Todo es mentira’ (Cuatro), su aterrizaje en La 1 evidencia que su llamativa salida no fue casual, sino que respondía a un movimiento calculado.

Flich prepara un nuevo programa para las sobremesas del canal, presumiblemente en sustitución de ‘Malas Lenguas’. Este espacio de claro sesgo progresista producido por las dos factorías más favorecidas en la etapa del presidente de RTVE José Pablo López como presidente de RTVE: Mediapro, que el pasado año perdió 79 millones de euros, y La Osa Producciones.
ALIANZAS
Este cambio de rostros viene acompañado de una reestructuración en los contenidos y, sobre todo, en las productoras beneficiadas. Mediapro, que atraviesa un periodo complicado tras la salida de su fundador Jaume Roures, ha perdido el contrato de la realización de los partidos de LaLiga, responsable de hasta el 25% de su EBITDA, y busca recuperar estabilidad mediante sus vínculos con el sector público.
Su asociación con La Osa Producciones, en una curiosa UTE (Unión Temporal de Empresas), ha sido particularmente rentable en los últimos meses gracias a encargos de TVE como ‘Malas Lenguas’. La Osa, por su parte, ha intentado abrirse camino en otros grupos audiovisuales como Mediaset, aunque con escaso éxito. Su producción ‘La familia de la tele’ resultó un fracaso, por lo que su dependencia de RTVE es hoy casi absoluta.
LÓPEZ
El verdadero artífice de este giro es José Pablo López, actual director de contenidos generales de RTVE y anteriormente responsable de Telemadrid, donde también protagonizó un giro editorial progresista. Bajo su mando, TVE ha asumido una línea editorial cada vez más marcada, especialmente en los programas de entretenimiento y análisis político.
Lejos de apostar por el equilibrio ideológico, se ha favorecido un tipo de contenido y de presentadores que conectan con el relato gubernamental. El relevo en las sobremesas de La 1 es solo una muestra más: se reemplaza un programa con una línea editorial clara (‘Malas Lenguas’) por otro que, previsiblemente, reforzará aún más esa tendencia, con Flich al frente y con el respaldo de dos productoras que ya han demostrado su sintonía con el Gobierno.
NADA NUEVO
Lo que estamos viendo no es nuevo. Como recuerda JF Lamata en ‘El Libro Negro de RTVE’, la historia reciente del ente público está plagada de promesas de independencia seguidas de etapas de control político. Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy ya recorrieron ese camino.
La diferencia, quizás, es que Sánchez llegó al poder envuelto en un discurso de regeneración democrática que hacía bandera de la autonomía informativa, que fue uno de los emblemas del los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. Hoy, la realidad apunta en dirección contraria.