El universo de Sueños de Libertad está a punto de sufrir un drástico cambio. La llegada de Mélida Molina a la serie no es un simple fichaje más, sino una bomba narrativa que significará el nuevo rumbo de sus protagonistas. A partir del lunes 21 de julio, los telespectadores verán cómo su personaje, doña Ana, aparecerá en la colonia para mover los cimientos de la ya convulsa relación de Cristina (Sara Sanz) e Irene (Ana Labordeta). Molina, con una carrera que abarca desde el teatro al cine, por supuesto, y a la televisión, encarna a la madre adoptiva de Cristina justo en el momento preciso: cuando esta empieza a descubrir los secretos de su pasado.
1MÉLIDA MOLINA, UNA ACTRIZ TODOTERRENO

El trayecto artístico de Mélida Molina encarna lo mejor de la interpretación española de las últimas décadas. Desde sus primeras ocupaciones en televisión hasta sus laureadas interpretaciones teatrales, su trayectoria se ha ido fundamentando en la amplitud y la dedicación con la que lleva a cabo cada uno de sus personajes. Su habilidad para navegar entre géneros tan diferentes como el drama histórico que nos ofrece ‘Carlos, emperador’ y la comedia romántica que satisface la serie ‘Velvet’ da cuenta de un amplio abanico interpretativo poco habitual.
En el teatro, su trabajo con directores del calibre de Miguel Narros ha dejado una impronta indeleble en la escena española. Su interpretación de ‘Así es si así os parece’ no solo le reportó el premio de la Unión de Actores, sino que fue la confirmación de su capacidad para afrontar textos densos de forma natural y fluida. Esta formación clásica se traduce ahora en la fuerza de la presencia escénica que ella otorga a su intervención en el medio televisivo, por donde acostumbran a perder fuerza muchos actores de teatro.
Una de las características más sobresalientes del método actoral de Molina, es su forma de construir personajes a partir de la humanidad más elemental. En vez de recurrir a maniqueísmos sencillos, Molina siempre va en búsqueda de la verdad emocional de cada caso, por muy incómoda que esta se derive; una búsqueda que será extensamente necesaria en doña Ana, un personaje que bien podría transformarse en antagonista, pero que gracias al trabajo interpretativo de Molina se llenará de recovecos de comprensión y empatía.