Valle Salvaje, lejos de ser una simple colisión, retuerce a los espectadores en un espiral de decisiones extremas que le otorgan contenido a la historia. Las heridas abiertas de sus personajes van llegando a un estadio límite -las de Rafael, Adriana, Alejo y Luisa-, poniendo incluso a prueba la resistencia emocional que cada uno de ellos ha exteriorizado. Lo que, en un principio, conlleva un hecho social de normalidad -un embarazo-, llega a desencadenar una crisis de tal magnitud que puede fracturar los vínculos de forma irreversible.
1UN DOLOROSO EMBARAZO

La revelación del embarazo de Adriana en Valle Salvaje debió ser el giro hacia un futuro próximo deseable, pero por el contrario, se convierte en el punto final de un Rafael ya vencido. El acontecimiento, en lugar de ofrecerle ilusión, lo arrastra a una desesperación callada, que no se traduce ni en lágrimas ni en sonrisas, sino en la contundencia de una realidad: está imbricado en la telaraña de los chantajes de la Úrsula, y ahora con la llegada de un hijo el claustro es aun más implacable.
La paradoja es brutal: para preservar a Adriana, y al hijo, debe optar por ser distanciarse de ellos. Su compromiso con la Úrsula no es una ficción, es un escudo que lo desgarra, certeramente. La alternativa es, pues, huir, pero, ¿hasta adónde se puede huir si la huida lleva el propio dolor? Julio, lejos de construir un puente, hace girar el cuchillo en la herida.
Por su parte Adriana, alterna la ilusión y el miedo. El embarazo debería ser un periodo de felicidad compartida, pero la reacción de Rafael la sitúa en una zona anímicamente ambigua: ¿debería asumir que fue condenada a criar a su hijo ya a la sombra de un hombre roto por las culpas? Cada intento de sonrisa oculta es un puñetazo en la cara de la realidad: el hombre que ama está más lejos que nunca, aun cuando está frente a ella.
El hijo que tendría que ser símbolo de lo contrario es todo lo que no van a poder ser, el hijo de Rafael no solo teme a Úrsula, sino también a sí mismo: ¿será el padre que su hijo necesita, o va a estar siempre marcado por la sombra de la obligación? Y por último, la pregunta en el aire: si Julio era el peor, ¿qué más secretos le aguardan? Porque Valle Salvaje ninguna verdad es inocente.