viernes, 18 julio 2025

Así funciona la ‘herencia digital’: qué pasa con tus cuentas de redes sociales, fotos y criptomonedas cuando mueres

La planificación de la herencia digital es una de las grandes asignaturas pendientes de nuestra sociedad hiperconectada. Vivimos volcados en el universo online, acumulando un patrimonio virtual de un valor incalculable, tanto sentimental como económico, pero rara vez nos detenemos a pensar qué sucederá con todo ese legado cuando ya no estemos. Nuestras vidas enteras, desde la primera foto subida a una red social hasta la última conversación por mensajería, quedan almacenadas en servidores remotos. Son fragmentos de nuestra existencia que, sin una voluntad clara, corren el riesgo de desvanecerse en un limbo legal o, peor aún, de quedar inaccesibles para siempre para nuestros seres queridos.

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Este olvido colectivo choca frontalmente con la realidad de un mundo donde las criptomonedas, los perfiles con miles de seguidores o las nubes repletas de recuerdos familiares son activos tan reales como una vivienda o una cuenta bancaria. El problema es que la legislación española, anclada todavía en el paradigma de los bienes físicos, no ofrece una respuesta clara a este nuevo desafío. Mientras el debate avanza con una lentitud exasperante, son las grandes tecnológicas las que han tomado la delantera, ofreciendo tímidas pero necesarias herramientas para que empecemos a tomar el control sobre nuestro futuro digital póstumo.

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EL FANTASMA EN LA MÁQUINA: ¿QUÉ PASA CON TUS REDES SOCIALES?

Fuente Pexels

Ante la inacción de los legisladores, las propias plataformas de redes sociales han comenzado a ofrecer soluciones para gestionar el destino de los perfiles tras el fallecimiento del usuario. La opción más extendida es la de convertir la cuenta en «conmemorativa». Un perfil conmemorativo, como los que ofrece Facebook, se mantiene visible como un espacio para el recuerdo y el homenaje, pero queda congelado en el tiempo: nadie puede iniciar sesión en él, no aparece en sugerencias de amistad y su contenido no puede ser alterado. Es una forma de preservar la memoria sin comprometer la privacidad de las comunicaciones pasadas.

La herramienta más útil y proactiva es, sin duda, la designación de un «contacto de legado». Esta figura, disponible en gigantes como Google o Facebook, permite nombrar en vida a una persona de confianza para que administre ciertos aspectos de nuestra cuenta cuando fallezcamos. Es crucial entender que este contacto no obtiene un acceso total; no podrá leer nuestros mensajes privados ni suplantar nuestra identidad. Sin embargo, sí podrá realizar acciones importantes como escribir una publicación final a modo de despedida, gestionar las solicitudes de amistad o, si así se lo hemos indicado, solicitar la eliminación permanente del perfil. Planificar esta parte de la herencia digital es fundamental.


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