viernes, 18 julio 2025

¿De viaje? Por qué nunca deberías cargar tu móvil en los puertos USB públicos de aeropuertos o estaciones

La batería de nuestro móvil es el talón de Aquiles de la vida moderna, una preocupación constante que nos acecha en los momentos más inoportunos, especialmente cuando estamos de viaje. Encontrar un puerto USB público en un aeropuerto, una estación de tren o una cafetería se siente como hallar un oasis en el desierto. Sin pensarlo dos veces, conectamos nuestro cable con la única intención de revivir ese dispositivo que es, a la vez, nuestro mapa, nuestra cartera y nuestra ventana al mundo. Pero esta acción, tan común y aparentemente inofensiva, puede ser la puerta de entrada a una pesadilla digital de la que es muy difícil escapar.

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Detrás de esa cómoda oferta de energía gratuita se esconde una amenaza cada vez más extendida y sofisticada conocida como ‘juice jacking’. Este anglicismo describe una técnica de ciberataque realmente perversa. Los delincuentes manipulan estos puntos de carga para convertirlos en herramientas de espionaje y robo. Mientras tú crees que solo estás recibiendo electricidad, los ciberdelincuentes pueden instalar software malicioso o extraer toda la información sensible que almacenas en cuestión de segundos, transformando un gesto de alivio en una vulneración total de tu privacidad y seguridad sin que te percates de nada.

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LA TRAMPA PERFECTA: ESE INOFENSIVO USB QUE ESCONDE UN SECRETO OSCURO

Fuente Pexels

La confianza es la base de esta trampa cibernética. Damos por sentado que un puerto USB integrado en el mobiliario de un espacio público es seguro, una cortesía del establecimiento para facilitar nuestra estancia. La ansiedad por la batería baja, conocida como nomofobia, nubla nuestro juicio y nos empuja a actuar de forma impulsiva, sin sopesar los riesgos. Los delincuentes explotan esta vulnerabilidad psicológica a la perfección, sabiendo que la necesidad urgente de energía anula cualquier precaución que pudiéramos tener en otras circunstancias. Es el cebo ideal, ya que la víctima se acerca voluntariamente y conecta su bien más preciado, su móvil, al dispositivo comprometido.

El problema fundamental reside en la propia naturaleza de la conexión USB. Un cable USB estándar no está diseñado únicamente para transmitir corriente eléctrica; sus pines también están habilitados para la transferencia de datos. Cuando conectas tu móvil a un ordenador, esta dualidad es la que te permite pasar fotos y archivos. Sin embargo, en un puerto público, no tienes ni idea de a qué está conectado al otro lado. Podría ser una simple fuente de alimentación, o podría ser un pequeño ordenador oculto programado para iniciar una transferencia de datos no autorizada en el momento en que se establece la conexión, aprovechando los permisos que el dispositivo otorga por defecto.

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