El queso en lonchas es un básico de la nevera: cómodo para sándwiches, para gratinar pasta o para comer sobre una tostada. Pero, ¿te has parado a pensar si lo que compras es queso auténtico o un sucedáneo ultraprocesado? La OCU ha puesto el foco en este formato y ha descubierto que muchos productos se desvían tanto de la tradición láctea como un atajo de montaña se aparta de la carretera.
Leer la letra pequeña de las etiquetas es ahora una obligación para evitar engaños que afectan la salud y el bolsillo. Porque lo que aparenta ser queso puede convertirse en un preparado con grasas vegetales, almidones y aditivos, sin apenas proteínas ni calcio de calidad. Esta advertencia de la OCU cambia la forma de elegir en el súper.
3El impacto nutricional y la salud

Consumir con frecuencia estos productos inflige más que un disgusto: las grasas saturadas y la sal excesiva elevan el riesgo cardiovascular, mientras los aditivos recurrentes pueden alterar el equilibrio intestinal. Una loncha procesada aporta calorías vacías y casi ningún nutriente esencial.
El informe de la OCU advierte que, en dietas habituales, sustituir queso real por lonchas industriales reduce la ingesta de calcio biodisponible y proteínas de calidad. Además, la acumulación de emulgentes y fosfatos añadidos podría contribuir a problemas metabólicos. Lo que parecía un queso suave y práctico puede convertirse en un factor de riesgo a medio plazo.