Dos años después del anuncio a bombo y platillo de que Broadcom, la compañía estadounidense que fabrica microchips, iba instalar una factoría en España, la empresa ha anunciado que no va a ser posible.
La decepción era de esperar por la tardanza en concretarse la sede, una mayor y necesaria financiación, por las trabas de la legislación comunitaria y, por supuesto, por la deriva nacionalista del presidente estadounidense, Donald Trump, respecto a que las empresas de EE.UU se establezcan y generen puestos de trabajo fuera de sus fronteras. Pese a que son varios los factores de este «fracaso», la industria de los chips en España debe continuar generando un ecosistema que, aunque más tarde, dará sus frutos.
Aquél verano de elecciones anticipadas en España (julio de 2023), el presidente Pedro Sánchez posó ante la entrada del palacio de la Moncloa junto presidente de la compañía de semiconductores Broadcom, Charlie Kawwas. Anunciaron juntos la instalación en nuestro país, con el apoyo de los fondos del PERTE Chip, que invertiría 920 millones de euros (unos mil millones de dólares) y calculaba generar unos 500 empleos.
MERCA2 ha tratado desde entonces de ponerse en contacto con la compañía norteamericana, sin conseguirlo, salvo cuando se ha podido aprovechar la presencia de Broadcom en eventos como el MWC de Barcelona. Sus trabajadores decían no saber nada del asunto de la fábrica en España. El Ministerio de Transformación Digital tampoco tenía respuestas; aseguraban que lo único que sabían de la compañía es que estaba buscando la ubicación perfecta en nuestro país para la instalación de la gran factoría de semiconductores «back-end», que sería uno de los pilares de la reindustrialización española y Europea, que estructurara el camino hacia al soberanía digital de la zona.
BROADCOM QUERÍA, PERO… DONALD TRUMP Y LA UE
El gerente de la Asociación Española de la Industria de Semiconductores (AESAMI), Alfonso Gabarrón, nos explica que al contrario de lo que se viene publicando desde que se sabe que Broadcom no va a levantar en España su fábrica, el Ejecutivo de nuestro país no tiene la culpa de lo ocurrido, ni la Sociedad Española para la Transformación Tecnológica (SETT) «ha roto conversaciones» exactamente. Como mucho podría haber insistido algo más en la Unión Europea para agilizar los mecanismos de inversión que se recogen en la Ley de Chips, pero poco más.
Para Gabarrón, aunque se han producido una acumulación de causas, la primera razón por la que el proyecto ha decaído es, obviamente, las políticas que está imponiendo Donald Trump, por las que se está desincentivando muchísimo «la inversión extranjera de empresas americanas. Y seguramente no sea el único proyecto que sufra, porque teníamos varias compañías de EE.UU con otros proyectos en España, que estaban en proceso de montar joint ventures, y alguno puede que corra esa misma suerte», explica este experto.
«Broadcom seguramente no sea el único proyecto que sufra por Trump, porque teníamos varias compañías de EE.UU con otros proyectos en España, que estaban en proceso de montar joint ventures, y alguno puede que corra esa misma suerte»
La segunda causa, según el responsable de AESAMI, es que el de la factoría de chips de Broadcom en España «era un proyecto muy complejo» con características de inversión que hacían necesario que participaran más entidades. Además las características técnicas del proyecto también hacían que fuera muy complicado a la hora poder dar financiación dentro del marco de las ideas de Estado de la Unión Europea, «que también ha puesto sus palos en las ruedas al proyecto».

Así, Gabarrón explica que la propia Ley europea de chips es limitante respecto a algunas inversiones, por lo que desde la asociación piden que se cambie, «porque no es eficiente para afrontar las necesarias inversiones, ya que resulta muy lenta. En este sentido, ahora por fin estamos arrancando un proceso de reformas». A pesar de que teníamos un marco normativo específico para traer las inversiones, «se ha visto que no es suficiente y que habría que haber sido mucho más agresivos, y si la inversión se hubiera podido movilizar de manera más rápida, el proyecto de Broadcom podría haber salido», nos indica.
El representante de la industria de semiconductores en nuestro país, aclara que, por tanto «esto no dependía en absoluto del Gobierno de España», aunque reconoce que nuestro Ejecutivo «podría haber apretado más en Bruselas y haber marcado otro ritmo», pero era complicado puesto que «no se trata de una cuestión puramente nacional, ya que hay muchas aprobaciones (relacionadas con el dinero de los fondos europeos, en este caso destinado al PERTE Chip) que tiene que dar Bruselas antes de que se dé dinero a cualquier proyecto, y con Broadcom ha pesado esta necesidad de aprobación europea.
las características técnicas del proyecto también hacían que fuera muy complicado a la hora poder dar financiación dentro del marco de las ideas de Estado de la Unión Europea, «que también ha puesto sus palos en las ruedas al proyecto»
Cada vez que se preguntaba al Ministerio de Transformación digital a lo largo de estos dos años sobre cómo iba lo de Broadcom, lejos de explicar que Bruselas frenaba la movilización de fondos e inversiones extranjeras, señalaban la búsqueda del lugar idóneo en la geografía española por parte de la compañía californiana para instalar aquí su fábrica. Esta cuestión, sin embargo, no era el mayor escollo.
«Había ya lugares idóneos. Una ubicación interesante era Aragón, porque tiene mucha disponibilidad de suelo, de recursos naturales, cercanía a un gran polo industrial como Cataluña en el ámbito de los semiconductores, y que además también es un gran proveedor de talento, con universidades que están abriendo másteres, incluso grados completos solo para el curso de semiconductores. Y además estás muy bien conectado con Europa» describe Gabarrón.
No obstante reconoce que se bajaban varias posibilidades. Se habló de Soria, por ejemplo, porque al final, «lo interesante tener tierra libre para uso industrial. Soria, al igual que otras ubicaciones de Castilla y León o Castilla-La Mancha, es verdad que siempre tienen esos puntos a favor«, señala.
Sobre si la fábrica de Broadcom u otras de chips deberán esperar a que finalice la era Trump para retomar ubicaciones en España, Gabarrón dice que «seguro se podrá retomar. Esto no es algo rápido. Se está haciendo una inversión constante en es sector; por ejemplo, solo el plan de inversiones bianual de Samsung, son más de 100.000 millones de euros, y cuando nos movemos en estos volúmenes, hay que entender que no es una cosa que se acabe con este revés, porque generar un ecosistema de semiconductores es una carrera de fondo», señala con optimismo.
Lo que indica este experto se ve en países que ya han apostado por la industria de los semiconductores desde hace 50 años y tienen un ecosistema que ha florecido, y en su opinión España debe seguir adelante para no perder la oportunidad que se está generando ahora, aguantar el revés de la era Trump y tener paciencia, porque aunque el PERTE Chip va más lento de lo que nos gustaría, «hay un número muy importante de empresas que están en conversaciones con la SETT».
En este sentido explica que pretender que España se convierta en Taiwán (que cuenta con todo un ecosistema de producción de semiconductores) en poco tiempo «es una quimera errónea. El PERTE Chips es el primer esfuerzo de muchos, que pretende plantar la base para desarrollar un ecosistema futuro que crezca de manera orgánica». Es decir, que las empresas crezcan, que puedan venir del exterior y se conecten con el tejido productivo del interior, porque «si continuamos invirtiendo durante muchos años, con una mirada a largo plazo, las fábricas querrán venir por sí mismas», augura.