El acceso a una red WiFi se ha convertido en una necesidad básica en la sociedad moderna, tan indispensable como el café que nos tomamos por la mañana en nuestra cafetería de confianza. Nos conectamos en aeropuertos para matar el tiempo de espera, en hoteles para trabajar o en centros comerciales para consultar una simple reseña. Esta conectividad constante nos ofrece una comodidad innegable, pero al mismo tiempo nos expone a un peligro invisible y silencioso. Cada vez que pulsamos «conectar» en una red pública, estamos abriendo una puerta de par en par para que los ciberdelincuentes accedan a nuestra vida digital, a menudo sin que seamos conscientes del riesgo hasta que es demasiado tarde.
La confianza es nuestro mayor enemigo en este escenario. Damos por sentado que la red con el nombre del establecimiento es segura, una extensión del servicio que nos ofrecen. Sin embargo, esta suposición es la base de una de las estafas más efectivas y rápidas que existen. Los atacantes no necesitan complejos conocimientos de hackeo ni equipos sofisticados, solo un poco de ingenio y la apatía generalizada de los usuarios. La cruda realidad es que cualquiera con un simple dispositivo y un software accesible puede robarte los datos en menos tiempo del que tardas en pedir un segundo café, aprovechando la facilidad con la que un atacante puede crear una réplica exacta de una red legítima para engañarnos.
3¿QUÉ BUSCAN EN TU MÓVIL? EL BOTÍN DE LOS CIBERDELINCUENTES

El botín que persiguen los atacantes es variado y muy valioso. En primer lugar, buscan credenciales de acceso. Conseguir la contraseña de tu correo electrónico principal es como obtener la llave maestra de tu vida digital, ya que desde ahí pueden restablecer las contraseñas de casi todos los demás servicios. Las claves de las redes sociales también son un objetivo preciado, ya que pueden utilizarlas para suplantar tu identidad, estafar a tus contactos o llevar a cabo campañas de desprestigio. La información que compartimos en estas plataformas puede parecer trivial, pero en las manos equivocadas se convierte en un arma.
Pero el objetivo final, en la mayoría de los casos, es el económico. Los datos bancarios y los números de las tarjetas de crédito son el premio gordo. Un atacante que intercepta esta información mientras realizas una compra puede vaciar tu cuenta o realizar cargos fraudulentos en cuestión de minutos. Además, no solo roban datos directos. También pueden inyectar ‘malware’ o ‘ransomware’ en tu dispositivo a través de la conexión WiFi no segura, un software malicioso que puede secuestrar tus archivos y pedir un rescate por ellos. Las consecuencias de esos dos minutos de conexión pueden arrastrarse durante meses.