El pasillo de las carnes en el supermercado puede parecer una promesa de sabor inmediato, pero pocas veces miramos más allá de la foto apetecible en el envase. Cada bandeja encierra un universo de ingredientes que rara vez exploramos, y en esas brumas aparecen sorpresas que atentan contra nuestras expectativas. Por eso conviene detenerse, leer con calma y descubrir qué esconde realmente esa hamburguesa que vas a llevarte a casa.
Con el auge de las opciones listas para cocinar, muchos de nosotros hemos incorporado la hamburguesa de supermercado a la dieta sin cuestionarnos su composición. Pero, cuando la OCU pone esas piezas sobre la mesa de laboratorio, los resultados invitan a replantearse qué comemos y cómo lo etiquetan.
8Preparar en casa, la opción más sensata

El estudio de la OCU concluye que la mejor forma de controlar lo que comemos es picar carne fresca en casa, añadir sal y pimienta y moldear nuestras propias hamburguesas. Así, se evitan almidones extra, conservantes y azúcares.
Ese gesto casero no solo brinda la satisfacción de un plato a medida, sino que mantiene intactos los nutrientes y el sabor auténtico. Y, de paso, se ahorra en plásticos y envases, porque la carne a granel viene con un envoltorio mínimo.