El pasillo de las carnes en el supermercado puede parecer una promesa de sabor inmediato, pero pocas veces miramos más allá de la foto apetecible en el envase. Cada bandeja encierra un universo de ingredientes que rara vez exploramos, y en esas brumas aparecen sorpresas que atentan contra nuestras expectativas. Por eso conviene detenerse, leer con calma y descubrir qué esconde realmente esa hamburguesa que vas a llevarte a casa.
Con el auge de las opciones listas para cocinar, muchos de nosotros hemos incorporado la hamburguesa de supermercado a la dieta sin cuestionarnos su composición. Pero, cuando la OCU pone esas piezas sobre la mesa de laboratorio, los resultados invitan a replantearse qué comemos y cómo lo etiquetan.
5Etiquetado transparente, necesidad ineludible

Saber leer la lista de ingredientes es un arte en sí mismo. La OCU recomienda perseguir las hamburguesas con fórmulas simples: carne, sal y especias básicas. Cuando aparecen nombres ininteligibles o aditivos numerados, conviene desconfiar.
Ese hábito de escrutar la letra pequeña evita sorpresas desagradables y, a la larga, actúa como un seguro contra productos excesivamente procesados. Si el envase alega “ecológico” o “sin hormonas”, habrá que buscar sellos oficiales en el frontal que certifiquen esos atributos.