La DGT tiene en su punto de mira un aspecto del mantenimiento del vehículo que la mayoría de conductores cree tener bajo control, pero que esconde trampas que pueden costar muy caras. Todos sabemos que la profundidad del dibujo de los neumáticos no puede ser inferior a 1,6 milímetros, una cifra grabada a fuego en la mente de cualquier conductor. Sin embargo, lo que muchos ignoran es que superar esta prueba no es un salvoconducto universal. Existe una letra pequeña, una serie de condiciones que pueden convertir unos neumáticos aparentemente legales en motivo de una sanción considerable, porque ese mínimo legal no es la única barrera que nos separa de una sanción.
La sorpresa llega cuando un agente nos detiene y, tras una inspección visual, nos informa de que nuestros neumáticos, a pesar de tener un surco profundo, no son aptos para la circulación. Esta situación, cada vez más frecuente en los controles de carretera, no es un capricho ni una interpretación subjetiva. Se basa en criterios de seguridad vial muy específicos que van más allá de una simple medida. La clave para entenderlo es que, la seguridad activa del vehículo depende de cuatro superficies de contacto no más grandes que la palma de una mano, y su estado óptimo es innegociable.
5LA MULTA QUE NO ESPERABAS: CUANTÍA Y CÓMO EVITARLA

La sanción económica por circular con neumáticos en mal estado, ya sea por los motivos descritos o por no alcanzar el mínimo legal de dibujo, es severa. La normativa lo considera una falta grave, lo que se traduce en una multa de 200 euros por cada neumático defectuoso. Es importante subrayar este último punto: si los cuatro neumáticos del vehículo presentan deficiencias, la sanción total podría ascender a 800 euros. Aunque esta infracción no conlleva la retirada de puntos del carné, el impacto económico es lo suficientemente disuasorio como para tomarse muy en serio el mantenimiento.
La prevención es, como casi siempre, la mejor estrategia. La mejor forma de evitar una multa de la DGT y, lo que es más importante, un accidente, es realizar una inspección visual periódica y completa de nuestros neumáticos. No basta con mirar el dibujo. Debemos comprobar la presión mensualmente, revisar los flancos en busca de grietas o bultos, consultar la fecha de fabricación y estar atentos a cualquier vibración o comportamiento extraño del vehículo. Al final, cuidar de los neumáticos es una de las inversiones más inteligentes que podemos hacer en nuestra propia seguridad.