Durante el verano, la frescura de una pieza de fruta bien madura puede marcar la diferencia entre un bocadillo aburrido y un auténtico placer veraniego. Sin embargo, no todos los establecimientos mantienen la calidad al mismo nivel, lo que convierte cada compra en una pequeña lotería. Obviar este hecho lleva a decepciones al primer bocado, y también a una factura que sube sin que uno sepa muy bien por qué. La OCU
Con el calor apretando y la fruta accesible a todas horas, es esencial contar con datos confiables que orienten la elección. Apostar por un supermercado u otro sin información previa equivale a lanzarse a la piscina sin comprobar la temperatura: puede ser un acierto… o un auténtico suplicio.
3El daño invisible de la fruta deteriorada

Más allá del disgusto al paladar, consumir fruta pasada de madurez o con golpes internos puede causar leves trastornos digestivos. La OCU incide en que las frutas en mal estado elevan el riesgo de intoxicaciones leves, pues las bacteras proliferan con rapidez en ambientes cálidos.
Ese peligro oculto aparece cuando compramos apresurados, sin revisar el estado real de cada pieza. Un melocotón que por fuera luce perfecto puede esconder un corazón blando o un punto de podredumbre que solo aflora tras un mordisco.