La inesperada muerte de Michu Rodríguez, el pasado 8 de julio, ha dejado una profunda huella no solo en su familia más cercana, sino también en el entorno de quien fuera su pareja durante más de una década: José Fernando Ortega. A sus 33 años, Michu fallecía en su domicilio de Arcos de la Frontera como consecuencia de un problema cardíaco congénito, una dolencia que la joven arrastraba desde hacía años y que terminó apagando su vida de forma repentina. La noticia fue un auténtico mazazo para todos aquellos que formaron parte de su historia, entre ellos el padre de su hija, quien, pese a estar separado de ella desde hacía tiempo, no dudó en desplazarse de inmediato a Cádiz para despedirse y reencontrarse con la pequeña Rocío, que el pasado agosto cumplió ocho años.
2La familia de Ortega Cano está sufriendo

La familia Ortega, que en el pasado ha estado en el centro de la atención pública por diversos conflictos y situaciones personales, se encuentra ahora enfrentando una nueva prueba marcada por la tristeza y la incertidumbre. Las imágenes de José Fernando han generado preocupación entre quienes conocen su historial, ya que no son pocos los altibajos que ha vivido en los últimos años. Aunque llevaba un tiempo alejado del foco mediático, tratando de reconducir su vida con discreción, el fallecimiento de Michu ha reabierto viejas heridas y ha puesto sobre la mesa nuevos retos a nivel emocional y familiar.
El entorno más cercano asegura que José Fernando está en estado de “shock”, procesando todavía el duro golpe que ha supuesto esta pérdida. No se trata solo del fallecimiento de una expareja, sino de alguien que formó parte de su vida durante más de diez años, con quien compartió proyectos, momentos buenos y malos, y, sobre todo, la paternidad de su hija. Aunque su relación terminó hace tiempo, el vínculo que les unía a través de la pequeña Rocío siempre permaneció intacto. Por eso, su decisión de desplazarse rápidamente a Cádiz no fue solo un acto de respeto, sino también un paso fundamental para volver a conectar con su hija y con una parte de su historia que nunca desapareció del todo.
Por su parte, Gloria Camila ha vuelto a ejercer ese papel de hermana protectora que ha mostrado en otras ocasiones. Siempre pendiente del bienestar de José Fernando, su presencia en este momento resulta clave, no solo por el apoyo emocional que representa, sino por su capacidad de contención frente a la presión mediática. Juntos, han aparecido en público con la sobriedad que requiere el momento, sin caer en declaraciones innecesarias ni en exposiciones forzadas.