La ITV es el examen anual al que se enfrentan nuestros vehículos, una prueba que muchos conductores ven como un mero trámite administrativo, pero que en realidad es un pilar fundamental para la seguridad en nuestras carreteras. Sin embargo, más allá de las evidentes revisiones de luces, frenos o emisiones, existe un fallo mecánico silencioso y traicionero que puede estar gestándose bajo nuestros pies sin dar la más mínima señal. Nos referimos a la holgura excesiva en la dirección o en las rótulas de suspensión, un problema que puede pasar completamente desapercibido para el conductor en el día a día y que, sin embargo, constituye un defecto grave que garantiza un suspenso directo en la inspección.
Este enemigo invisible no suele manifestarse con ruidos estridentes ni con vibraciones alarmantes en sus fases iniciales, lo que lo convierte en un peligro latente. El conductor puede acostumbrarse a una dirección ligeramente más imprecisa sin ser consciente de la gravedad del asunto. La cruda realidad se revela de golpe en el foso de la estación de inspección, cuando el técnico, con un movimiento certero, desvela la existencia de ese juego anómalo que compromete la estabilidad del coche. Es en ese preciso instante cuando un simple trámite se convierte en la constatación de una amenaza real para nuestra seguridad y la de los demás en la carretera, un aviso que nunca debemos ignorar.
5ANTICÍPATE AL FALLO: CÓMO PROTEGER TU COCHE (Y TU BOLSILLO)

Aunque hemos calificado este fallo como silencioso, un conductor atento puede detectar algunas señales sutiles que alertan de su presencia antes de llegar a la inspección. La más común es una cierta imprecisión en la dirección. Si notas que el volante tiene un pequeño recorrido «muerto» en el centro, en el que al moverlo ligeramente las ruedas no responden, o si la dirección se siente más blanda o vaga de lo habitual, es un síntoma claro. Prestar atención a estas sensaciones es clave para anticiparse a un suspenso en la ITV, ya que una ligera imprecisión al girar el volante o una sensación de que no responde de forma instantánea es el primer aviso de que algo no va bien.
Ante la más mínima sospecha, la solución es sencilla y responsable: acudir a un taller de confianza para que realicen una revisión exhaustiva de los bajos del coche. La reparación de este problema, si se ataja a tiempo, no es excesivamente costosa. Sustituir las rótulas de suspensión o de dirección es una operación relativamente habitual para un mecánico profesional. Ignorar el problema, sin embargo, puede salir mucho más caro, no solo por el riesgo de accidente, sino porque una rótula en mal estado puede dañar otros componentes del sistema. Pasar la ITV a la primera es el objetivo, pero reemplazar las rótulas o los componentes afectados es una inversión directa en tu seguridad y tranquilidad al volante.