La ITV es el examen anual al que se enfrentan nuestros vehículos, una prueba que muchos conductores ven como un mero trámite administrativo, pero que en realidad es un pilar fundamental para la seguridad en nuestras carreteras. Sin embargo, más allá de las evidentes revisiones de luces, frenos o emisiones, existe un fallo mecánico silencioso y traicionero que puede estar gestándose bajo nuestros pies sin dar la más mínima señal. Nos referimos a la holgura excesiva en la dirección o en las rótulas de suspensión, un problema que puede pasar completamente desapercibido para el conductor en el día a día y que, sin embargo, constituye un defecto grave que garantiza un suspenso directo en la inspección.
Este enemigo invisible no suele manifestarse con ruidos estridentes ni con vibraciones alarmantes en sus fases iniciales, lo que lo convierte en un peligro latente. El conductor puede acostumbrarse a una dirección ligeramente más imprecisa sin ser consciente de la gravedad del asunto. La cruda realidad se revela de golpe en el foso de la estación de inspección, cuando el técnico, con un movimiento certero, desvela la existencia de ese juego anómalo que compromete la estabilidad del coche. Es en ese preciso instante cuando un simple trámite se convierte en la constatación de una amenaza real para nuestra seguridad y la de los demás en la carretera, un aviso que nunca debemos ignorar.
3MÁS ALLÁ DEL SUSPENSO: EL PELIGRO REAL DE CIRCULAR CON HOLGURA

Un resultado desfavorable en la ITV es una contrariedad, pero en el caso de una holgura grave, es una advertencia que puede salvarnos de un accidente. El mayor peligro de circular con este defecto no es la multa o la molestia de tener que volver a la inspección, sino la pérdida de control del vehículo en una situación crítica. Ante un obstáculo imprevisto en la carretera, nuestro instinto nos lleva a dar un volantazo para esquivarlo. Con un sistema de dirección en mal estado, la capacidad de respuesta del vehículo ante una maniobra brusca se ve seriamente comprometida, pudiendo reaccionar de forma imprecisa o tardía y provocando una salida de la vía o una colisión.
Además del riesgo en situaciones de emergencia, la holgura en la dirección o suspensión tiene otras consecuencias negativas que afectan tanto a la seguridad como al bolsillo. Este juego anómalo provoca que las ruedas no pisen de forma completamente plana y alineada sobre el asfalto. Esto genera un desgaste irregular y prematuro de los neumáticos, especialmente en los bordes, lo que reduce su vida útil y, lo que es más importante, disminuye su capacidad de agarre, sobre todo en condiciones de lluvia. También puede generar vibraciones en el volante a ciertas velocidades, haciendo la conducción más incómoda y fatigosa.