sábado, 12 julio 2025

El fallo mecánico silencioso que tu coche puede tener y es motivo de suspenso directo en la ITV

La ITV es el examen anual al que se enfrentan nuestros vehículos, una prueba que muchos conductores ven como un mero trámite administrativo, pero que en realidad es un pilar fundamental para la seguridad en nuestras carreteras. Sin embargo, más allá de las evidentes revisiones de luces, frenos o emisiones, existe un fallo mecánico silencioso y traicionero que puede estar gestándose bajo nuestros pies sin dar la más mínima señal. Nos referimos a la holgura excesiva en la dirección o en las rótulas de suspensión, un problema que puede pasar completamente desapercibido para el conductor en el día a día y que, sin embargo, constituye un defecto grave que garantiza un suspenso directo en la inspección.

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Este enemigo invisible no suele manifestarse con ruidos estridentes ni con vibraciones alarmantes en sus fases iniciales, lo que lo convierte en un peligro latente. El conductor puede acostumbrarse a una dirección ligeramente más imprecisa sin ser consciente de la gravedad del asunto. La cruda realidad se revela de golpe en el foso de la estación de inspección, cuando el técnico, con un movimiento certero, desvela la existencia de ese juego anómalo que compromete la estabilidad del coche. Es en ese preciso instante cuando un simple trámite se convierte en la constatación de una amenaza real para nuestra seguridad y la de los demás en la carretera, un aviso que nunca debemos ignorar.

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EL FOSO DE LA VERDAD: ASÍ TE PILLAN EN LA ITV

Fuente Propia

El momento crucial en el que este fallo silencioso sale a la luz es durante la prueba en el foso de la estación de ITV. Es una de las fases más temidas de la inspección, ya que es donde se examinan a fondo los bajos del vehículo, una zona que escapa a la vista del propietario en su día a día. El coche se sitúa sobre unas placas móviles mientras el inspector, desde abajo, revisa minuciosamente cada componente de la suspensión y la dirección. Es el momento clave en el que se revela la salud real de la suspensión y la dirección, lejos de la apariencia externa del vehículo, y donde no hay margen para ocultar los defectos estructurales.

Con el coche inmovilizado sobre el foso, el técnico pide al conductor que mueva el volante de un lado a otro. Al mismo tiempo, las placas hidráulicas del suelo, llamadas detectores de holguras, sacuden las ruedas con movimientos laterales y longitudinales, simulando las fuerzas a las que se somete el sistema en condiciones extremas. El inspector observa y palpa las rótulas y los brazos de suspensión, buscando ese juego excesivo. Para un resultado favorable en la ITV, la firmeza debe ser total, ya que cualquier movimiento anómalo o juego excesivo es detectado de inmediato por el ojo experto del técnico, lo que deriva en la calificación de «defecto grave».


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