El calor no solo nos llama a zambullirnos en el mar o a explorar senderos olvidados, sino que también reta a nuestra piel a sobrevivir a jornadas maratonianas de sol y viento. Ese torrente de luz, salitre y altura obliga a establecer un protocolo casi militar para no pasarnos de frenada y acabar con la dermis suplicando auxilio. Hay que cuidar la piel.
Por eso, antes de llenar la nevera de bebidas frías o planear excursiones hasta el pico más alto, conviene diseñar un plan de acción que proteja y recomponga la barrera cutánea. Así evitamos arrancar la toalla con la piel estropeada y, en lugar de recuerdos de quemazón, nos quedamos con el placer de un bronceado sano y duradero.
5Cuidado de labios y zonas sensibles

Los labios, el contorno de ojos y el escote suelen pasar desapercibidos, pero estas áreas requieren una protección específica con filtros UVA y UVB para evitar grietas dolorosas y manchas prematuras: hay que cuidar la piel.
Llevar un stick labial con factor alto en el bolsillo y extenderlo varias veces al día salva de labios agrietados y quemados. Del mismo modo, las cremas o geles after-sun con aloe vera aplicados en parpados y escote aportan alivio y previenen la descamación.