El calor no solo nos llama a zambullirnos en el mar o a explorar senderos olvidados, sino que también reta a nuestra piel a sobrevivir a jornadas maratonianas de sol y viento. Ese torrente de luz, salitre y altura obliga a establecer un protocolo casi militar para no pasarnos de frenada y acabar con la dermis suplicando auxilio. Hay que cuidar la piel.
Por eso, antes de llenar la nevera de bebidas frías o planear excursiones hasta el pico más alto, conviene diseñar un plan de acción que proteja y recomponga la barrera cutánea. Así evitamos arrancar la toalla con la piel estropeada y, en lugar de recuerdos de quemazón, nos quedamos con el placer de un bronceado sano y duradero.
2Refuerza el arma con ropa técnica

No siempre hace falta renunciar al estilo para ganar protección y cuidar la piel. Camisetas de tejido técnico con factor UPF, sombreros de ala ancha y pañuelos ligeros protegen del sol y del viento. Incluir prendas específicas dota de una defensa extra sin recargar la mochila, y permite moverse con comodidad tanto en playa como en montaña…
Bueno, pues no se trata de convertirte en un explorador polaresco, sino de combinar funcionalidad y estética. Un pantalón convertible que pasa de bermuda a pirata, una bandana que tapa orejas y nuca, o un pareo que se adapta a cada momento, multiplican la seguridad y hacen más llevadera la excursión más ambiciosa.