sábado, 12 julio 2025

‘La Promesa’: Enora dispara el enfrentamiento entre Manuel y Leocadia

El argumento de La Promesa sigue tensionándose en la medida en que los hilos narrativos de sus personajes se entremezclan más intensamente. El capítulo 633, que verá la luz este jueves, será un episodio clave, repleto de giros, de soterrados enfrentamientos y de decisiones que van haciendo derivar la historia. Cada movimiento en el palacio inquieta como una jugada de ajedrez, con desenlaces imprevisibles. En esta ocasión, las miradas se centran en tres frentes: el conflicto que escenificará el barón de Valladares, el despegue de Cristóbal Ballesteros en la planta de servicio y la urdimbre entre relaciones amorosas y estratégicas que generan nuevos dilemas en la finca.

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CRISTÓBAL BALLESTEROS Y SU NUEVA ORDEN

CRISTÓBAL BALLESTEROS Y SU NUEVA ORDEN
Fuente: RTVE

En La Promesa, el recién incorporado Cristóbal Ballesteros incrementa el presagio de dar la vuelta a la planta de servicio, y su presencia se deja sentir con contundencia. Desde su primer momento en el edificio, ha dejado claro que no está dispuesto a consentir el más mínimo despelote ni la más mínima patología de otros; tiene un estilo fijo, que él mismo califica de inapelable, y no tardará en ir señalando las piezas sobre las que debe poner el acento, las piezas que deben recibir algún tipo de ajuste e indicar las que, según él, deben ser reemplazadas.

Santos fue uno de los primeros que sintieron el peso del severo escrutinio del nuevo mayordomo. En su reciente reincorporación al trabajo, debía vivir con la amenaza de ser considerado prescindible, y Cristóbal no parece estar dispuesto a claudicar en nombre de la compasión por lo que es o por lo que ha sido en el pasado. La política de «cero concesiones» representa un antes y un después en la política del personal de servicio de La Promesa, los tiempos de Cristóbal representan la llegada de una nueva historia, la historia en la que la eficiencia prima sobre la tradición.

Sin embargo, no toda su actuación lleva a una aceptación. Al contrario, entre la nobleza y la servidumbre hay un obstáculo, pues Catalina, que sigue bajando a la planta, empieza a irritar a Ballesteros, que no la entiende y empieza a percibir su presencia como una invasión de sus propias fronteras. Una frontera que él ya ha comenzado a cuestionar.

De este modo, surge la posibilidad de un nuevo conflicto entre dos personajes con personalidades arraigadas. La tensión entre ellos dos da la sensación de una guerra silenciosa por el poder de la parte más activa de la finca pues el criterio de Cristóbal es imperativo pero será difícil hacer desaparecer el criterio de Catalina, que ha sabido ganarse la opinión de muchos. Esa colisión no parece plantear el si, sino el cómo y qué ocurrirá.


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