El argumento de La Promesa sigue tensionándose en la medida en que los hilos narrativos de sus personajes se entremezclan más intensamente. El capítulo 633, que verá la luz este jueves, será un episodio clave, repleto de giros, de soterrados enfrentamientos y de decisiones que van haciendo derivar la historia. Cada movimiento en el palacio inquieta como una jugada de ajedrez, con desenlaces imprevisibles. En esta ocasión, las miradas se centran en tres frentes: el conflicto que escenificará el barón de Valladares, el despegue de Cristóbal Ballesteros en la planta de servicio y la urdimbre entre relaciones amorosas y estratégicas que generan nuevos dilemas en la finca.
1EL BARÓN Y LAS TENSIONES DEL PODER EN LA PROMESA

La existencia del barón de Valladares continúa siendo una de las fuentes de crisis en La Promesa. Su comportamiento errático y la tendencia a generar situaciones embarazosas lo sitúa nuevamente en el nudo del conflicto. Alonso, avergonzado, pero siempre avergonzado por la situación de equilibrio dentro de su hogar, cree que ahora etc. Es el señor de la casa el que parece estar enviando el mensaje que dice que, ante la situación que se acerca, debe actuar. «Es necesario tomar decisiones para cambiarlo» advierte.
Catalina, por su parte, segura de su carácter e intuitiva, pero consciente de su interpretación, ofrece para manejar al barón una vía diferente, que sabe que una confrontación directa puede tener efectos colaterales que destruirán la casa. Por lo tanto, pregunta por la estrategia más astuta, pero es posible que más provechosa, aunque también más difícil de forma que se interpondría ante ella. Catalina vuelve a poner de manifiesto que, en una casa casi exclusivamente gobernada por hombres, su habilidad para navegar políticamente es tan aguda como indispensable.
La tensión radiante presente entre ambos puntos de vista pone de manifiesto el dilema clásico de la forma de la razón versus la forma de la razón de la diplomacia, de la fuerza versus la forma de la razón de la inteligencia emocional. No se trata tan sólo de una diferencia de opinión, sino que es una perfecta y adecuada representación de dos formas de entender el poder. Mientras Alonso juega por una manera de solución que es tajante, Catalina actúa de acuerdo a la lógica dominante de quien es consciente de que en La Promesa la fuerza no es garantía para salir victorioso de una entrega.