miércoles, 9 julio 2025

Lydia Lozano confiesa todos los problemas que ha tenido por trabajar en ‘La familia de la Tele’

Tres semanas después de la cancelación de La familia de la tele en TVE, Lydia Lozano ha decidido hablar alto y claro sobre todo lo que ha vivido desde que aceptó formar parte de ese proyecto televisivo. Lo ha hecho en el pódcast Mola Mazo, presentado por Óscar Repo, donde se ha sincerado sin tapujos sobre el ambiente del programa, su estado anímico durante la emisión, las advertencias que dio al equipo y cómo ha afectado todo este proceso a su vida personal y profesional. Después de semanas de silencio, la colaboradora ha sacado a la luz un testimonio que, por su honestidad y contundencia, no ha dejado indiferente a nadie.

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La sinceridad de Lydia Lozano

La periodista compara esta experiencia con otros cierres de programas en los que ha participado, pero recalca que ninguno fue tan duro como este. “Viví lo de Crónicas Marcianas, lo de A tu lado, el final de Sálvame… pero la agonía que he pasado en este programa no la he vivido en mi vida”, afirma. En su análisis del fracaso, Lydia no duda en señalar una desconexión absoluta entre el contenido del programa y la audiencia de TVE. “El público de La 1 no es el público de Sálvame, ya está. Y que estamos muy estigmatizados, pues sí”, reconoce. Esa etiqueta, dice, sigue condicionando las oportunidades laborales del equipo, y en parte explica por qué la apuesta no funcionó.

Además, describe con crudeza cómo se vivían las discusiones internas cuando se abordaban ciertos temas. “Cuando habla Matamoros ya sé lo que va a decir. Y si hablamos de Bertín Osborne, ya sé que María Patiño me va a atacar porque he sido muy amiga de él, aunque llevo dos años sin hablar con él”. Todo ello, asegura, generaba un clima de tensión permanente que fue acumulándose semana tras semana, sin lograr conectar con el espectador ni establecer una dinámica sólida entre los colaboradores.

Sobre la posibilidad de un regreso a ‘Ni que fuéramos’ o a nuevos formatos con el mismo equipo, Lydia se muestra tajante. «Ni llamo ni he recibido llamadas. Y de momento, hasta que no vuelva de vacaciones, creo que mi teléfono va a estar en modo avión», declara sin rodeos. Se encuentra en una etapa en la que necesita desconectar, afrontar procesos personales y priorizar su salud mental. “Me da exactamente igual. Quiero mis vacaciones, quiero vivir mi luto, deshacerme de las cosas de mi madre y quedarme con las que me apetezca. Y, de momento, no estoy para nadie”, concluye.

La confesión de Lydia Lozano, más que un ajuste de cuentas, es un testimonio de desgaste profesional y humano. En su relato hay decepción, pero también claridad y valentía para reconocer los límites. En un momento donde muchos de sus compañeros buscan nuevas oportunidades o siguen aferrados a proyectos en marcha, Lydia ha optado por poner en pausa su carrera para recomponerse emocionalmente. Y esa decisión, lejos de ser una retirada, puede ser el primer paso hacia una reinvención más consciente y, quizá, más libre.

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