La Promesa sigue poniendo de manifiesto por qué se ha convertido en un drama histórico de televisión de lo más adictivo. La tensión que se mueve entre Manuel y Leocadia escala niveles insospechados esta semana, con Enora como desencadenante de un conflicto que podría acabar convirtiéndose en una hacienda en llamas (matices que decoran la historia a cada uno de los muchos episodios de la serie). Pero no es el único frente abierto en la serie: amores truncados o ascensos prohibidos siempre podrían acabar por ser la clave de una multiplicidad de intereses extremadamente extendidos.
2ÁNGELA Y CURRO, UN AMOR CON PELIGRO Y PROMESA

Ángela ha decidido quedarse en La Promesa, pero el precio de su amor podría ser excesivo. Tras la emotiva confesión de Curro, la joven decide hacer frente a todo junto a él; pero en La Promesa el amor nunca es sinónimo de libertad. Los contratiempos en no tardan en hacer su aparición, desde miradas fulminantes hasta murmullos con carácter de secretillos que circulan por los pasillos del palacio.
Curro, por su parte, se topa con una pista muy importante en la causa de las joyerías Llop. Un recorte de periódico podría cambiar el rumbo de la investigación y así no duda en coméntarselo a Pía y Vera. ¿Están más cerca de la verdad o es sólo el comienzo de otra trampa? En la deriva queda su relación con Ángela. Al fin y al cabo, en un mundo como el suyo -tan de las apariencias- su romance es una bomba de relojería.
El peligro no proviene solamente del exterior. Martina y Jacobo están metidos en su propia guerra fría, una guerra fría que en determinados momentos puede estallar. Sus miradas encontradas ocultan más de lo que dicen y la aparición del Barón de Valladares aviva un fuego que ya comenzaba a escasear. Catalina, siempre avispada, comienza a detectar las grietas en su pacto con Martina. En La Promesa, los hasta los aliados más íntimos pueden acabar siendo enemigos.