La nueva propuesta de Antena 3, La Encrucijada, ha conquistado el prime time de las televisiones y, sin querer, se ha erigido en un fenómeno social. Protagonizada por Rodrigo Guirao (César Bravo) y Ástrid Janer (Amanda Oramas), la serie ha verificado que las historias que mezclan pasiones y secretos familiares todavía arrastran a la gente.
3EL PESO DEL PASADO EN LA ENCRUCIJADA

El gran poder de La Encrucijada está en su capacidad para hilvanar misterios que van muy lejos en el tiempo, tan lejos como el capítulo 8: César encuentra en casa de su madre a una mujer clave en la resolución del oscuro episodio que ha marcado su vida, el asesinato del director del orfanato en el que han crecido su padre y Octavio Oramas no fue un crimen individual, sino parte de una manipulación.
Esta revelación da paso a las preguntas que encierran el misterio: ¿quién ordenó el crimen? ¿Qué lugar ocupa Octavio en todo esto? En el fondo, el presente no puede ser más que la punta de un iceberg; aún más abajo se despliega la historia de las traiciones que pueden hacer volar por los aires a todos los implicados.
La historia, que se ha rodado entre Madrid y las islas canarias, no es sólo un éxito por la historia que cuenta, sino por la ambición visual y por la producción de carácter internacional. Aún quedan 60 capítulos más: La Encrucijada acabará por arrastrar al espectador en el desarrollo de cuestiones universales: el amor como salvación, la venganza como condena y la verdad como única salida posible.