Sueños de Libertad regresa con un capítulo lleno de tensiones, decisiones arriesgadas y movimientos estratégicos que prometen cambiar el rumbo de muchos personajes. La sombra del poder de Don Pedro parece cubrir a todos, pero algunos ya están hace tiempo fuera del juego. El capítulo 340 de la serie va así de amenazas sutiles a alianzas forjadas en las sombras, hasta establecer un tablero de intrigas en el que nadie parece a salvo. Gabriel, Pelayo, Luis y María se convierten en piezas del juego donde la lealtad no tiene cabida y la lucha por la supervivencia es incesante.
2AMENAZAS VELADAS

La tensión entre Pelayo y Don Pedro no alcanza la culminación de las disputas en Sueños de Libertad. En el curso de una conversación sugestiva y cargada de insinuaciones, el patriarca simplemente se atreve a advertir a toda costa al político sobre los “peligros” que la carencia de disposición para hacer política supondría para su carrera. No se plantea una advertencia, se emite un ultimátum.
Pelayo, astuto y acorralado, reacciona con rapidez. Desde el justo momento en que la relación se torna peligrosa, asume que su vida privada será utilizada en su contra. Por ello, acude a Marta y le pide la implementación de una solución drástica para acabar con la peligrosidad de este tipo de relaciones. ¿Una reconciliación pública falsa? ¿Algo más radical? La situación resulta tan delicada que incluso la misma Marta, que siempre tiende a ser serena, manifiesta las impaciencias que ronda por métodos tan polémicos.
El mensaje es claro: entre los De la Reina, la vida privada es un mito, todo lo que rodea el ser reputado se convierte en un arma. Este duelo por la inteligencia revela una verdad incómoda: Don Pedro no únicamente gobierna con dinero, lo hace con la información. Y Pelayo, aunque hábil, puede estar jugando una partida que ya está amañada.
Sin embargo, Pelayo no es un adversario cualquiera. Su dilatada experiencia política le ha hecho conocer el lenguaje de los chantajes, pero ahora se juega un peligro en lo personal: no solo puede caer su carrera profesional, sino también toda su familia. Marta, en principio colaboradora, puede que no esté evaluando solamente su propia cooperación. ¿Puede que esté dispuesta a sacrificar su propio estado de felicidad por la ambición de Pelayo?
La otra duda consiste en qué puede llegar a hacer Don Pedro. Sus insinuaciones amenazantes permiten pensar que tiene algunas cartas más en la mano, pero Pelayo no es, sin duda, el único que puede contraatacar. Si las cosas llegan a ser una lucha por la fraternidad y Don Pedro pudiera llegar a orientar su decisión hacia algunos de sus otros enemigos, como por ejemplo Gabriel o Joaquín, la balanza también podría inclinarse. Pero, de momento, todo es silencio, aunque el silencio precedente a la tempestad.