Desde que se convirtió en uno de los grandes protagonistas de Supervivientes 2025, la vida de Montoya ha dado un giro radical. El joven sevillano, conocido por su paso anterior por La isla de las tentaciones, ha desaparecido de los medios, de los platós y de sus redes sociales, alimentando las dudas sobre su estado anímico y mental. Su entorno ha confirmado que ha optado por refugiarse en su localidad natal, Utrera, donde permanece alejado del foco mediático y bajo estricta recomendación médica.
2La vida después de ‘Supervivientes’

Montoya fue finalista de la edición más reciente de Supervivientes, quedando en tercer lugar tras Borja González, el ganador, y Álvaro Muñoz Escassi, que ocupó el segundo puesto. Sin embargo, el precio de esa experiencia parece haber sido alto. Tras convivir durante tres meses en los Cayos Cochinos de Honduras, el sevillano habría regresado a España emocionalmente desbordado. Según Ferreiro, no es extraño que algunos concursantes sufran síntomas depresivos o dificultades para adaptarse de nuevo a la realidad tras una experiencia tan extrema.
La desaparición de Montoya del foco mediático ha sido interpretada por algunos como una estrategia doble: protegerse de una sobreexposición dañina y, al mismo tiempo, generar expectación para un posible regreso. En este sentido, la propia Mercedes Milá publicó una carta abierta en la que decía comprender perfectamente su decisión de apartarse. «Creo que has decidido desaparecer para no morir de un ataque de ansiedad», escribió la periodista, mostrando una empatía que no todos en el medio parecen tener con quienes sufren los efectos secundarios de la fama.
Mientras tanto, otras personas que han compartido experiencia con Montoya, como Carmen Alcayde, han preferido mantener la discreción. «Prefiero no hablar de eso, tengo que respetar esa baja médica«, decía la colaboradora, que evitaba entrar en más detalles aunque reconocía que la relación de amistad con él seguía intacta. Alcayde confirmaba que no mantiene contacto con él en estos momentos, pero sentía el cariño y el aprecio del joven y de su familia.
Con 31 años, Montoya se enfrenta ahora a uno de los retos más complejos desde que saltó a la fama. De conserje en un hotel pasó a convertirse en uno de los rostros más reconocibles de la televisión, participando en los dos realities más potentes de Mediaset. Ese cambio de vida, tan rápido y tan expuesto, no ha sido sencillo de gestionar. Ahora, el silencio, la distancia y la pausa parecen ser sus únicos aliados mientras decide si quiere continuar en este camino mediático o reorientar su vida lejos de los focos.
Por el momento, el joven sevillano permanece en su hogar, centrado en recuperarse, rodeado por el apoyo de sus familiares más cercanos y sin planes públicos a corto plazo. De forma deliberada, ha optado por cerrar todas las puertas mediáticas para centrarse exclusivamente en su bienestar emocional. Queda por ver si este aislamiento voluntario le servirá para volver más fuerte, más equilibrado y, sobre todo, con más claridad sobre cuál es el futuro que desea construir.