lunes, 30 junio 2025

La playa canaria que todos buscan este verano: arena negra, aguas turquesas y sin turistas

La playa canaria que se ha convertido en el secreto mejor guardado de los viajeros más exigentes no aparece en las portadas de los grandes catálogos turísticos, y precisamente ahí reside su irresistible encanto. En un archipiélago donde la belleza a menudo se mide en kilómetros de arena dorada y complejos hoteleros, emerge un rincón de naturaleza salvaje que desafía todas las convenciones. Hablamos de un lugar donde el tiempo parece detenerse, un santuario de arena volcánica y aguas cristalinas que se mantiene al margen del bullicio. En un mundo que anhela la autenticidad, donde el turismo de masas aún no ha logrado imponer su ruidosa ley, encontrar un paraje así es como descubrir un tesoro.

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La búsqueda de este tipo de enclaves se ha intensificado, convirtiéndose en el principal objetivo de quienes desean experimentar la verdadera esencia de las islas. No se trata de rechazar el progreso, sino de anhelar una conexión más profunda con el paisaje, una experiencia que el hormigón y las sombrillas en perfecta formación militar no pueden ofrecer. Este refugio tinerfeño, custodiado por un gigante rojizo, ofrece precisamente eso: un kilómetro de costa indómita que promete soledad, belleza abrumadora y el sonido del océano como única banda sonora. Es la respuesta a una pregunta silenciosa, una estampa casi virgen que desafía la imagen preconcebida de las islas, y que se postula como el destino imprescindible de este verano.

UN REFUGIO DE ARENA NEGRA FRENTE A LA MONTAÑA ROJA

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El nombre de este paraíso es Playa de la Tejita, un extenso arenal situado en el sur de Tenerife, en el municipio de Granadilla de Abona. Su seña de identidad más imponente no es solo su arena oscura, sino el majestuoso cono volcánico que la flanquea: la Montaña Roja.

Esta formación geológica, declarada Reserva Natural Especial, crea un paisaje de una belleza dramática y sobrecogedora. La silueta de la montaña contra el cielo, especialmente durante el amanecer o el atardecer, pinta un cuadro que se graba a fuego en la memoria. Cada playa canaria tiene su alma, un cono volcánico de un intenso color rojizo que se eleva como un guardián silencioso, y la de La Tejita está forjada por el fuego, el viento y el mar.

La arena, de un color gris oscuro casi negro, es fina y suave al tacto, un recordatorio constante del origen volcánico del archipiélago. Caminar descalzo por la orilla, sintiendo el contraste entre la calidez de la arena calentada por el sol y el frescor de la espuma de las olas, es una experiencia que trasciende el simple acto de ir a la playa. A diferencia de las playas artificiales de arena importada, aquí se pisa la historia geológica de la isla. La textura única de esta playa canaria es un lujo para los sentidos, una experiencia sensorial que conecta directamente con el origen volcánico de la isla, ofreciendo una autenticidad que el turismo planificado rara vez puede igualar.

EL SONIDO DEL SILENCIO: UN OASIS SIN SOMBRILLAS NI HAMACAS

Lo que realmente define a La Tejita y la convierte en un objeto de deseo es la ausencia. La ausencia de multitudes, de vendedores ambulantes, de hileras de hamacas y de música estridente. Aquí, el espacio personal es un lujo garantizado por su propia extensión y su carácter natural. Es posible caminar durante varios minutos sin cruzarse con nadie, encontrando un rincón perfecto para extender la toalla y sentir que la playa es exclusivamente tuya. Es difícil encontrar una playa canaria con estas características, un santuario donde el único hilo musical es el rumor constante de las olas y el silbido del viento, un bálsamo para el espíritu en una era definida por el ruido constante.

Esta bendita soledad no es fruto de la casualidad, sino de la protección. La Tejita forma parte del Espacio Natural Protegido de Montaña Roja, lo que ha frenado en seco cualquier intento de desarrollo urbanístico masivo en sus inmediaciones. Esta figura de protección legal ha sido su salvavidas, preservando su estado semi-salvaje y garantizando que las futuras generaciones puedan disfrutarla tal y como es hoy. El carácter de esta playa canaria se debe a su blindaje legal, su estatus de reserva natural especial que la protege de la voracidad urbanística, permitiendo que la flora y fauna autóctonas, como los singulares cardones y tabaibas, sigan prosperando a su alrededor.

AGUAS TURQUESAS Y VIENTO ALISIO: EL PARAÍSO DE LOS AMANTES DEL MAR

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El contraste entre la arena oscura y el color del agua es uno de los mayores espectáculos visuales de La Tejita. El océano Atlántico muestra aquí una paleta de colores sorprendente, que va desde el azul profundo en el horizonte hasta un turquesa vibrante y cristalino cerca de la orilla. Sus aguas suelen ser limpias y refrescantes, aunque hay que tener en cuenta que es una playa abierta al mar, por lo que el oleaje puede ser moderado. Esta playa canaria no es solo para contemplar, un lienzo de azules y verdes que invitan a un baño revitalizante y salvaje, una experiencia purificadora lejos de las aguas domesticadas de las calas artificiales.

La Tejita es también famosa por el viento. Los vientos alisios soplan con frecuencia en esta zona de la isla, lo que ha convertido a la playa y a su vecina, El Médano, en un epicentro mundial para la práctica de deportes acuáticos como el windsurf y el kitesurf. Aunque la zona más resguardada de la playa, cerca de la base de la Montaña Roja, ofrece un refugio del viento, la energía del lugar es innegable. Lo que define a esta playa canaria es su energía, las condiciones de viento y oleaje la convierten en un punto de encuentro para deportistas, que llenan el horizonte de velas y cometas de colores, ofreciendo un espectáculo dinámico y vibrante.

CÓMO LLEGAR AL SECRETO MEJOR GUARDADO DE TENERIFE

Acceder a este paraíso es relativamente sencillo, pero requiere de una voluntad de alejarse de los circuitos convencionales. Situada entre El Médano y Los Abrigos, se llega a ella a través de la carretera TF-643. Existen varias zonas de aparcamiento de tierra a lo largo de la carretera, desde las cuales parten pequeños senderos que descienden hasta la arena. No hay un acceso directo y asfaltado hasta la orilla, y esa es parte de su magia. Llegar a esta playa canaria es parte de la aventura, un pequeño esfuerzo que actúa como filtro natural contra las multitudes, garantizando que quienes llegan lo hacen buscando precisamente lo que ofrece: paz y naturaleza en estado puro.

Es crucial ir preparado, ya que la virginidad de La Tejita implica una total falta de servicios. No hay duchas, ni baños, ni chiringuitos. Es imprescindible llevar agua abundante, protección solar y algo de comer, además de una sombrilla si se planea pasar varias horas, ya que no hay sombras naturales. Esta autosuficiencia es el pequeño precio a pagar por disfrutar de un entorno tan privilegiado. La planificación es clave para el disfrute, aquí no encontrarás chiringuitos ni servicios de alquiler de ningún tipo, lo que obliga al visitante a conectar con el entorno de una manera más auténtica y respetuosa.

LA TEJITA Y EL EQUILIBRIO: TURISMO SOSTENIBLE EN ESTADO PURO

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La Tejita es mucho más que una simple playa bonita; es un manifiesto. Representa un modelo de turismo alternativo y sostenible que cada vez más gente demanda, uno que valora la conservación del paisaje por encima de la explotación intensiva. Es la prueba de que se puede ofrecer una experiencia turística de primer nivel sin necesidad de alterar drásticamente el entorno. El futuro de cada playa canaria podría depender de la capacidad para replicar este equilibrio, un modelo de convivencia entre el disfrute humano y la conservación del ecosistema, demostrando que la mayor atracción turística de las islas es, y siempre será, su abrumadora naturaleza.

Visitar La Tejita es, por tanto, asumir un pacto no escrito con el lugar. Un pacto de respeto, de no dejar huella, de llevarse únicamente los recuerdos y las fotografías. Es entender que su valor reside precisamente en su estado salvaje y que es responsabilidad de todos mantenerlo así. Quien busca este lugar no solo busca una foto para sus redes sociales, sino una conexión genuina con la fuerza del planeta. Es una playa canaria que representa la esencia indómita del archipiélago, un recordatorio de que la mayor riqueza de las islas reside en su naturaleza intacta, un tesoro que debemos proteger a toda costa.


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