viernes, 27 junio 2025

Buscas el pueblo más bonito de la Costa Brava para tu escapada a la playa: Es este, y te enamorará

La Costa Brava esconde joyas que compiten en belleza y encanto, un rosario de pueblos blancos y calas turquesas que salpican el litoral gerundense como perlas en un collar. Elegir el más bonito es una tarea tan subjetiva como apasionante, una conversación recurrente entre viajeros y locales que defienden con fervor su rincón preferido. Sin embargo, hay un lugar que parece poner a casi todos de acuerdo, un enclave que no solo cumple con todos los requisitos del paraíso mediterráneo, sino que los supera con creces. Hay un rincón que aúna lo mejor de este litoral, un lugar donde el tiempo parece haberse detenido entre murallas medievales y el azul intenso del mar, y que se erige como el candidato perfecto para esa escapada soñada, combinando historia, naturaleza y una atmósfera absolutamente mágica.

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Hablamos de Begur, un enclave que desafía las postales con su belleza real y palpable, un laberinto de callejuelas empedradas que ascienden hacia su imponente castillo, ofreciendo una experiencia sensorial completa. Su magia no reside únicamente en sus famosas calas, reconocidas internacionalmente por su espectacularidad, sino en la atmósfera que se respira en cada uno de sus rincones, desde las majestuosas casas de indianos hasta las pequeñas tiendas de artesanía y los miradores que se asoman vertiginosamente al mar. Es un pueblo con alma, una dualidad perfecta entre la montaña y la costa que invita a perderse, a descubrir sus secretos sin prisa y a dejarse seducir por un magnetismo del que es imposible escapar una vez que se ha experimentado.

EL CASTILLO MEDIEVAL: UN BALCÓN AL MEDITERRÁNEO

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Coronar Begur significa, inevitablemente, ascender hasta su castillo medieval, el vigía silencioso que domina todo el paisaje. El camino, aunque empinado, es un deleite para los sentidos, un recorrido que atraviesa el corazón del casco antiguo y que va desvelando poco a poco las vistas que aguardan en la cima. Subir hasta la cima del castillo de Begur es más que un simple paseo, la recompensa es una panorámica de 360 grados que quita el aliento, abarcando desde las Islas Medas hasta el Cap de Creus en días claros, con el mosaico de tejados del pueblo a sus pies. Es el punto perfecto para comprender la geografía privilegiada de esta joya de la Costa Brava y para tomar las mejores fotografías del viaje.

Aunque de la fortaleza original del siglo XI solo quedan las ruinas consolidadas, estas son más que suficientes para transportarnos a otra época. No esperes encontrar un palacio intacto, sino los restos evocadores de una fortificación estratégica, donde sus piedras han sido testigos de batallas piratas y del devenir de la región, invitando a la imaginación a volar hacia épocas pasadas de valientes caballeros y vigías oteando el horizonte. Sentarse en sus muros al atardecer, mientras el sol tiñe el cielo de naranjas y púrpuras sobre el Mediterráneo, es una experiencia que justifica por sí sola la visita a Begur y lo eleva a un estatus superior entre los pueblos del litoral catalán.

LAS CALAS ESCONDIDAS: TESOROS DE AGUA TURQUESA

Si el pueblo enamora, su litoral directamente subyuga, ofreciendo algunas de las calas más icónicas de toda la Costa Brava. Lejos de las playas masificadas, encontramos Sa Tuna, una pequeña cala de pescadores que ha sabido conservar su encanto original sin sucumbir al turismo de masas, con sus casitas blancas arracimadas frente a un mar de aguas cristalinas y barcas de madera varadas en la orilla. Pasear por su pequeño paseo marítimo o darse un baño en sus aguas tranquilas es como entrar en una postal viviente, un refugio de paz donde el único sonido es el suave murmullo de las olas rompiendo contra las rocas.

A poca distancia, el abanico de opciones se multiplica, cada una con una personalidad distinta pero compartiendo una belleza sobrecogedora. Por un lado, Sa Riera ofrece un ambiente más familiar y servicios, siendo la playa más grande del municipio, mientras que Aiguablava, por otro, hace honor a su nombre, ya que el color turquesa de sus aguas es tan intenso que parece irreal, creando un contraste espectacular con el verde de los pinos que la rodean y la arena fina y dorada. Descubrir estas playas, junto a otras más recónditas como Illa Roja o Fornells, es una aventura en sí misma que reafirma el título de Begur como el pueblo más completo de la Costa Brava.

UN PASEO POR LA HISTORIA INDIANA DE BEGUR

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Pasear por el centro de Begur es descubrir la fascinante historia de los ‘indianos’, aquellos begurenses que en el siglo XIX emigraron a las Américas, principalmente a Cuba, en busca de fortuna. Muchos de ellos regresaron enriquecidos y construyeron suntuosas viviendas que hoy son el emblema del pueblo, dejando a su regreso un legado arquitectónico que dota al pueblo de una elegancia señorial inesperada, visible en sus magníficas casonas de estilo colonial, neoclásico y modernista. Esta herencia única diferencia a Begur de otros pueblos de la Costa Brava, añadiendo una capa de sofisticación y relato histórico a su ya innegable belleza natural.

Estas construcciones, con sus fachadas coloridas, sus frescos alegóricos, sus galerías porticadas y sus jardines frondosos, son el escenario de la Fira d’Indians cada primer fin de semana de septiembre. Se trata de un evento multitudinario y vibrante en el que el pueblo se viste de blanco y viaja en el tiempo para recrear la atmósfera de la Cuba colonial, llenando las calles de música caribeña, mercados de productos de ultramar y el aroma inconfundible de los mojitos. Es la celebración de un pasado que ha modelado el presente y el carácter de Begur, un pueblo de la Costa Brava que mira al Mediterráneo sin olvidar su conexión transatlántica.

GASTRONOMÍA DEL EMPORDÀ: SABORES QUE CAUTIVAN

La experiencia en Begur no estaría completa sin deleitarse con su gastronomía, que es un fiel reflejo del Empordà, una cocina basada en el producto de proximidad y en la sabia combinación de mar y montaña, donde el pescado fresco de roca, como el cabracho o la dorada, comparte protagonismo con las verduras de la huerta local y el afamado arroz de Pals. Los restaurantes del casco antiguo y de las calas ofrecen cartas que son un homenaje a esta tradición culinaria, interpretando recetas ancestrales con un toque contemporáneo que sorprende y satisface a los paladares más exigentes. La calidad del producto es la base de todo en esta zona de la Costa Brava.

En las terrazas que se asoman al mar o en los acogedores locales de las plazas del pueblo, es posible degustar platos emblemáticos que definen la identidad gastronómica de la Costa Brava. Sentarse en uno de los restaurantes de sus calas para disfrutar de un ‘suquet de peix’ o un arroz a la cazuela en una terraza con vistas al mar, acompañado de un vino blanco de la D.O. Empordà, es uno de esos placeres sencillos que se graban en la memoria para siempre. La oferta es variada, desde chiringuitos informales donde comer con los pies en la arena hasta restaurantes de alta cocina que son un destino en sí mismos.

MÁS ALLÁ DE LA ARENA: SENDERISMO Y CAMINOS DE RONDA

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Para los que buscan algo más que sol y playa, Begur ofrece una red de Camins de Ronda espectacular, antiguos senderos que serpentean por los acantilados y conectan las diferentes calas, utilizados antaño por la Guardia Civil para vigilar el contrabando y por los pescadores para desplazarse entre playas. Hoy, estos caminos han sido recuperados y señalizados para el disfrute de senderistas y amantes de la naturaleza, ofreciendo una forma inmejorable de explorar el litoral más abrupto y virgen. Caminar por ellos es la mejor manera de sentir la esencia de la Costa Brava más auténtica.

Recorrer estos senderos es una aventura que regala vistas impresionantes a cada paso, una inmersión total en el paisaje más salvaje y auténtico del litoral, permitiendo descubrir rincones secretos, miradores naturales y playas a las que solo se puede acceder a pie. El tramo que une Sa Riera con la playa de Pals o el que va desde Aiguablava hasta Fornells y Platja Fonda son especialmente recomendables, un ejercicio saludable que tiene como recompensa la conexión directa con un entorno natural privilegiado. La belleza de la Costa Brava se despliega aquí en todo su esplendor, lejos del bullicio y en perfecta armonía con el mar.


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