sábado, 5 julio 2025

«La Promesa»: Una joven misteriosa se acerca en una fiesta a Manuel y le susurra algo en el oído que deja al joven sin palabras

La noche tan esperada en La Promesa está a punto de dar rienda suelta a pasiones, traiciones y revelaciones de una forma que cambiará radicalmente el destino de los personajes en cuyo entorno gira la serie. El capítulo 624 será, en tal sentido, el punto de inflexión de la historia desde el mismo instante que caigan las máscaras en la serie y que los rumores ocultos en la oscuridad resulten en actos imprevisibles. Manuel, Adriano y Ángela se están preparando para un reto de juicio en el que tendrán que aguantar el valor, mientras que en la oscuridad se cierran peligrosos pactos y silenciosas represalias.

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UN CONDE AL BORDE DEL ABISMO

Fuente: RTVE

En este capítulo de La Promesa, Adriano intenta concentrarse en las palabras del duque de Miralba, pero el zumbido en sus oídos lo ahoga. «¿Es que no oyes cuando se te habla?», arremete el anciano, y el tono de desprecio lo trae de nuevo a la realidad. Tartamudea una disculpa, pero ya no hay nada que hacer; está en el particular estado en el que está. Los convidados cruzan miradas, y él sabe que, al amanecer, todos darán cuenta de su «deplorable falta de modales».

Ricardo intenta ofrecerle un nuevo vaso de agua, pero Lisandro es más listo y no lo desaprovecha, «Quizás mi primo necesita un respiro,» dice, con un tono de falsa preocupación, y las risas reprimidas de los presentes hacen más daño que un grito. Adriano blande los puños, sintiendo cómo el terror se le mete en el cuerpo a la par que la ira. Por un instante, todo se le vuelve borroso, y tiene la convicción de que está a punto de deshacerse ante todos.

Y es en este preciso instante cuando se encuentra con Celia, la única persona en el salón que no mira con el tono irónico propio de los demás, sino que asume un gesto de sincera preocupación hacia él. Celia siempre lo ha entendido y se le acerca con sigilo, le pasa un papel que está doblegado y le dice en voz baja: «Esto lo lees cuando estés tú solo», y desaparece entre la multitud. Adriano guarda ese papel doblado como un tesoro, preguntándose si será su salvación o su condena.


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