Los bancos llevan tiempo alertando sobre un gesto aparentemente inocente que, sin embargo, se ha convertido en una de las principales puertas de entrada para las estafas digitales: hacer clic en enlaces recibidos por SMS o correo electrónico sin verificar antes la autenticidad del remitente. Esta acción, casi un acto reflejo en la era de la inmediatez, expone nuestros datos personales y financieros a un riesgo alarmante, un peligro que las entidades financieras no cesan de recalcar ante la creciente sofisticación de los ciberdelincuentes. La comodidad de un clic puede transformarse rápidamente en una pesadilla económica y de identidad.
La confianza, a veces excesiva, en los mensajes que simulan provenir de instituciones conocidas o servicios que utilizamos habitualmente, juega en nuestra contra. Los timadores perfeccionan sus técnicas constantemente, creando comunicaciones fraudulentas que son casi indistinguibles de las legítimas, una habilidad que pone a prueba incluso al usuario más avezado. Ignorar las advertencias y sucumbir a la curiosidad o a la supuesta urgencia de estos mensajes es el primer paso hacia un problema que podría haberse evitado con una simple pausa para la reflexión y la verificación, un hábito que los bancos intentan inculcar.
3RADIOGRAFÍA DEL ENGAÑO: EL ‘PHISHING’ Y EL ‘SMISHING’ AL DESNUDO

El ‘phishing’ tradicionalmente llega a nuestra bandeja de entrada camuflado como un correo urgente de nuestro banco, una empresa de servicios o incluso un organismo oficial. Estos correos suelen incluir enlaces que redirigen a páginas web falsificadas, idénticas en apariencia a las originales, donde se nos pide introducir nuestras credenciales de acceso, números de tarjeta o códigos de seguridad. Una vez proporcionados estos datos, los estafadores tienen vía libre para acceder a nuestras cuentas o realizar compras fraudulentas, dejando un rastro de pérdidas económicas y complicaciones.
Por su parte, el ‘smishing’ utiliza los mensajes de texto (SMS) como vehículo para el engaño, una técnica que ha ganado popularidad debido a la alta tasa de apertura de los SMS en comparación con los correos electrónicos. Los mensajes suelen ser más directos y alarmistas, instando a una acción inmediata a través de un enlace acortado para ocultar su verdadera naturaleza, un cebo que a menudo se presenta bajo la apariencia de una alerta de seguridad de nuestro banco o una notificación de entrega fallida. La inmediatez del móvil juega a favor de los timadores, ya que muchas veces consultamos estos mensajes en momentos de distracción. Los bancos están especialmente preocupados por esta variante de las estafas digitales.