viernes, 27 junio 2025

Este gesto automático te expone a estafas digitales: los bancos lo advierten y aún muchos lo hacen

Los bancos llevan tiempo alertando sobre un gesto aparentemente inocente que, sin embargo, se ha convertido en una de las principales puertas de entrada para las estafas digitales: hacer clic en enlaces recibidos por SMS o correo electrónico sin verificar antes la autenticidad del remitente. Esta acción, casi un acto reflejo en la era de la inmediatez, expone nuestros datos personales y financieros a un riesgo alarmante, un peligro que las entidades financieras no cesan de recalcar ante la creciente sofisticación de los ciberdelincuentes. La comodidad de un clic puede transformarse rápidamente en una pesadilla económica y de identidad.

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La confianza, a veces excesiva, en los mensajes que simulan provenir de instituciones conocidas o servicios que utilizamos habitualmente, juega en nuestra contra. Los timadores perfeccionan sus técnicas constantemente, creando comunicaciones fraudulentas que son casi indistinguibles de las legítimas, una habilidad que pone a prueba incluso al usuario más avezado. Ignorar las advertencias y sucumbir a la curiosidad o a la supuesta urgencia de estos mensajes es el primer paso hacia un problema que podría haberse evitado con una simple pausa para la reflexión y la verificación, un hábito que los bancos intentan inculcar.

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LA TRAMPA INVISIBLE: EL CLIC QUE ABRE LA PUERTA AL CAOS

Fuente Propia

La psicología detrás de este gesto automático es compleja y bien estudiada por quienes buscan lucrarse ilícitamente. Apelan a la urgencia, al miedo o incluso a la codicia, con mensajes que prometen premios, advierten sobre problemas de seguridad inexistentes o solicitan una acción inmediata para evitar supuestas consecuencias negativas, tácticas diseñadas para anular nuestro juicio crítico y provocar una respuesta impulsiva. La sobrecarga informativa a la que estamos expuestos diariamente también contribuye a bajar la guardia, facilitando que un enlace malicioso pase desapercibido entre decenas de notificaciones legítimas, una vulnerabilidad que los bancos conocen bien.

Los ciberdelincuentes son maestros del disfraz digital, utilizando logotipos, lenguaje y formatos que imitan a la perfección a empresas de paquetería, entidades gubernamentales, plataformas de streaming y, por supuesto, a los propios bancos. El objetivo es siempre el mismo: que la víctima haga clic en el enlace fraudulento, un portal que puede conducir a una página falsa para robar credenciales o a la descarga inadvertida de software malicioso. Esta suplantación de identidad, conocida como ‘phishing’ cuando se realiza por correo electrónico o ‘smishing’ si el vector es un SMS, es una de las modalidades de estafas digitales más extendidas y efectivas en la actualidad.

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