Valle Salvaje continúa tejiendo su compleja urdimbre repleta de pasiones frustradas, traiciones calculadas y amores que luchan contra toda clase de adversidades. El capítulo 195 se presenta, por lo tanto, como un nuevo punto de inflexión, ya que los propios personajes tendrán que tomar decisiones que marcarán su destino. Mientras que Adriana y Rafael logran respirar durante un breve periodo de tiempo con la felicidad ajena, Úrsula se niega a permitir que su futuro se desmorone sin capacidad ninguna de reacción.
3UNA CONDICIÓN INESPERADA

Raimunda ha sido, desde los primeros compases, un torbellino de voluntad e insumisión. Por eso, cuando Don Ginés le afirma que vuelva a su casa, ella se niega: «No volveré como una perra obediente», dice, con ese orgulloso semitono empotrado en la testarudez que la caracteriza, que la han convertido en lo que es. Pero, tras una conversación con Matilde, Raimunda empieza a ceder.
La condición que pone Raimunda no es capricho sino exigencia vital. «Volveré como una mujer libre y no como una sirvienta, y sólo en este caso», dice. Es un ultimátum que retará todo el entramado del poder en Valle Salvaje, un lugar donde pocas son las personas que se atreven a cuestionar la trayectoria del mismo. Matilde, extrañada ante la respuesta de Raimunda, le pregunta, a lo que la protagonista responde: «¿Pero qué es lo que quieres?»; y ella se queda en silencio. Una cosa es cierta: no van a hacerla negociar por las migajas.
Pero el verdadero enigma es el secreto que ella esconde tras esa petición. Es solamente un gesto de rebelía, o bien hay algo más tras la negativa que hace a regresar. Existen rumores que indican que Raimunda guarda un secreto que puede descompensar la finca. Si es así, su desequilibrio es solo el inicio de una venganza muy antiga. Un criado asegura haberla visto hurgando en los papeles de Don Ginés y otros murmuran de un hijo perdido. En un lugar donde todos ocultan algo, la verdad de Raimunda puede ser la bomba que todos se temen.