El WiFi se ha convertido en una extensión casi invisible de nuestras vidas, un cordón umbilical digital que nos mantiene conectados al vasto océano de internet, pero esta comodidad aparentemente inofensiva esconde una trampa que muchos usuarios pasan por alto, una puerta trasera abierta de par en par para los ciberdelincuentes. La confianza ciega en cualquier red disponible o la pereza de no modificar configuraciones básicas nos convierte en presas fáciles, exponiendo nuestra información más sensible a ojos ajenos con intenciones poco honorables, una realidad que se materializa con más frecuencia de la que imaginamos y que puede tener consecuencias realmente serias para nuestra privacidad y seguridad económica.
Imagina la escena: estás en una cafetería, aeropuerto o centro comercial y necesitas conexión urgente. Sin pensarlo dos veces, te conectas a la primera red WiFi abierta que encuentras, sin reparar en que podrías estar entregando tus datos en bandeja de plata a cualquiera con un mínimo conocimiento técnico y las herramientas adecuadas. O quizás en casa, ese router que te instaló el técnico hace meses, o incluso años, sigue con la misma clave que venía impresa en la pegatina, una contraseña que es de dominio público para cualquiera con un mínimo de interés en acceder a redes ajenas y que convierte tu hogar digital en un libro abierto.
1LAS REDES PÚBLICAS: ESE CARAMELO ENVENENADO DEL WIFI

Las redes WiFi públicas gratuitas son una tentación irresistible para muchos, una solución rápida y aparentemente conveniente cuando estamos fuera de casa o de la oficina y necesitamos imperiosamente mantenernos online. Sin embargo, la mayoría de estas redes carecen de un cifrado robusto, lo que significa que cualquier dato transmitido a través de ellas, desde mensajes de WhatsApp hasta credenciales bancarias, puede ser interceptado con relativa facilidad por alguien con las herramientas y conocimientos adecuados, transformando esa conexión gratuita en un riesgo considerable. Es como gritar tus secretos más íntimos en una plaza pública abarrotada, esperando ingenuamente que nadie te escuche entre el bullicio general.
El principal peligro reside en los ataques conocidos como «Man-in-the-Middle» (hombre en el medio), donde un ciberdelincuente se interpone sigilosamente entre tu dispositivo y el punto de acceso WiFi al que crees estar conectado de forma segura. De esta forma, puede ver, registrar e incluso modificar toda la información que envías y recibes, desde contraseñas de redes sociales hasta los datos de tu tarjeta de crédito introducidos en una compra online, sin que te percates de ello hasta que es demasiado tarde. La falta de conciencia sobre estos riesgos, combinada con la urgencia por conectarse, convierte a los usuarios desprevenidos en blancos increíblemente fáciles para estos actores maliciosos.