¿Por qué las naranjas siempre vienen en malla roja? Esta es una de esas preguntas que uno se hace de forma casi automática al recorrer los pasillos del supermercado, una duda que flota en el aire mientras sopesamos la fruta. Parece un detalle menor, un simple envoltorio, pero detrás de esa elección cromática se esconde una estrategia mucho más calculada de lo que podríamos imaginar, una técnica que apela directamente a nuestra percepción visual y que, como consumidores, a menudo pasamos por alto. Es un pequeño gran truco que lleva décadas funcionando.
La respuesta no es casualidad ni una simple preferencia estética de los envasadores, sino el resultado de un ingenioso engaño visual que los supermercados utilizan con maestría para hacernos creer que esas naranjas son más apetecibles. La clave reside en un fenómeno óptico bien conocido, la forma en la que percibimos un color se ve profundamente influida por los colores adyacentes que lo rodean, y es precisamente este principio el que convierte una simple malla roja en una poderosa herramienta de marketing. Prepárense para descubrir cómo nuestros ojos nos juegan una mala pasada cada vez que compramos estos cítricos.
3MÁS ALLÁ DE LA ESTÉTICA: LA PSICOLOGÍA DEL COLOR EN EL SUPERMERCADO

El uso del color para influir en la percepción y el comportamiento del consumidor no es, ni mucho menos, una táctica exclusiva del empaquetado de las naranjas. Los supermercados y las marcas llevan décadas estudiando y aplicando los principios de la psicología del color en casi todos los aspectos de la experiencia de compra; desde la iluminación general de los establecimientos hasta el diseño de los envases de cada producto, todo está pensado para evocar ciertas emociones o sensaciones. Los tonos cálidos como el rojo y el naranja suelen asociarse con la energía, el apetito y la urgencia, mientras que los verdes transmiten frescura y naturalidad, y los azules confianza y serenidad.
De este modo, no es extraño encontrar secciones de productos frescos con una iluminación específica que realza sus colores naturales, o ver cómo determinados alimentos procesados utilizan combinaciones cromáticas estudiadas para destacar en el lineal y atraer nuestra mirada. El caso de las naranjas es solo un ejemplo paradigmático de cómo, a través de la manipulación del contexto visual, se puede mejorar la presentación de un producto y potenciar su atractivo sin alterar el producto en sí mismo, una estrategia que se repite con innumerables artículos en nuestra cesta de la compra habitual.