martes, 24 junio 2025

¿Por qué las naranjas siempre vienen en malla roja? Un experto revela el ingenioso engaño visual que usan los súpers

¿Por qué las naranjas siempre vienen en malla roja? Esta es una de esas preguntas que uno se hace de forma casi automática al recorrer los pasillos del supermercado, una duda que flota en el aire mientras sopesamos la fruta. Parece un detalle menor, un simple envoltorio, pero detrás de esa elección cromática se esconde una estrategia mucho más calculada de lo que podríamos imaginar, una técnica que apela directamente a nuestra percepción visual y que, como consumidores, a menudo pasamos por alto. Es un pequeño gran truco que lleva décadas funcionando.

Publicidad

La respuesta no es casualidad ni una simple preferencia estética de los envasadores, sino el resultado de un ingenioso engaño visual que los supermercados utilizan con maestría para hacernos creer que esas naranjas son más apetecibles. La clave reside en un fenómeno óptico bien conocido, la forma en la que percibimos un color se ve profundamente influida por los colores adyacentes que lo rodean, y es precisamente este principio el que convierte una simple malla roja en una poderosa herramienta de marketing. Prepárense para descubrir cómo nuestros ojos nos juegan una mala pasada cada vez que compramos estos cítricos.

1
EL ARTE DE LA PERCEPCIÓN: CUANDO EL OJO NOS JUEGA UNA MALA PASADA

Fuente Pexels

Nuestra visión es un mecanismo asombroso pero también susceptible a ciertas ilusiones, especialmente cuando se trata de la interacción entre colores. Este fenómeno, conocido en el mundo de la óptica y el arte como contraste simultáneo, describe cómo la apariencia de un color puede cambiar drásticamente dependiendo de los colores que lo circundan; un mismo tono puede parecer más claro, más oscuro, más vibrante o más apagado simplemente por el contexto cromático en el que se presenta. Es una peculiaridad de nuestro sistema visual que, lejos de ser un defecto, enriquece nuestra experiencia del mundo, aunque a veces pueda ser utilizada para influir sutilmente en nuestras decisiones cotidianas.

Imaginemos, por ejemplo, un cuadrado gris neutro. Si colocamos ese mismo cuadrado sobre un fondo amarillo brillante, nuestro cerebro tenderá a percibir el gris con un ligero matiz azulado o violáceo, el complementario del amarillo. De manera similar, si lo ponemos sobre un fondo azul, el gris podría adquirir una sutil tonalidad anaranjada; este efecto se debe a que nuestro cerebro intenta realzar la diferencia entre los colores vecinos para definirlos mejor, una especie de ajuste automático que, en el caso de las frutas como las naranjas, tiene consecuencias directas en cómo valoramos su calidad y frescura antes incluso de tocarlas.

Atrás

Publicidad