Conducir con plena capacidad mental y física es esencial para garantizar la seguridad al volante. La DGT subraya que ciertas enfermedades y sus tratamientos farmacológicos pueden afectar gravemente reflejos, atención y coordinación. Mantener esos estándares evita accidentes y protege vidas, por lo que se revisa cada patología con lupa para autorizar o vetar permisos.
Aunque algunas condiciones son frecuentes, sus efectos secundarios —somnolencia, mareos o falta de concentración— pueden resultar incompatibles con la conducción. La DGT exige evaluación médica y trata cada caso de forma individual, determinando en base a informes y seguimiento si conviene renovar el permiso o imponer un periodo de espera tras el diagnóstico.
4Enfermedades neurológicas y motoras

Las enfermedades neuromusculares, la esclerosis múltiple o la parálisis facioescapulohumeral afectan la coordinación y la fuerza necesaria para controlar el volante. La DGT solicita un informe que evalúe capacidad motora y reflejos, garantizando que el conductor pueda reaccionar con rapidez ante emergencias.
Además, la ataxia y trastornos del movimiento severos pueden impedir maniobras básicas. La DGT revisa cada caso, pudiendo imponer limitaciones en tipo de vía o recomendar adaptaciones vehiculares antes de autorizar nuevamente la conducción.