Conducir con plena capacidad mental y física es esencial para garantizar la seguridad al volante. La DGT subraya que ciertas enfermedades y sus tratamientos farmacológicos pueden afectar gravemente reflejos, atención y coordinación. Mantener esos estándares evita accidentes y protege vidas, por lo que se revisa cada patología con lupa para autorizar o vetar permisos.
Aunque algunas condiciones son frecuentes, sus efectos secundarios —somnolencia, mareos o falta de concentración— pueden resultar incompatibles con la conducción. La DGT exige evaluación médica y trata cada caso de forma individual, determinando en base a informes y seguimiento si conviene renovar el permiso o imponer un periodo de espera tras el diagnóstico.
3Epilepsia y pérdida de conciencia

Quienes sufren crisis epilépticas o episodios de pérdida de conciencia enfrentan un alto riesgo de accidente si conducen. La DGT establece un periodo mínimo de interdicción de varios meses tras la última crisis, acompañado de un control neurológico extricto.
En epilepsias refractarias o con frecuencia de crisis inexplicadas, la DGT puede negar el permiso de forma indefinida. Solo tras demostrar libertad de episodios con tratamiento estable puede evaluarse de nuevo la aptitud para volver a conducir con seguridad.