Conducir con plena capacidad mental y física es esencial para garantizar la seguridad al volante. La DGT subraya que ciertas enfermedades y sus tratamientos farmacológicos pueden afectar gravemente reflejos, atención y coordinación. Mantener esos estándares evita accidentes y protege vidas, por lo que se revisa cada patología con lupa para autorizar o vetar permisos.
Aunque algunas condiciones son frecuentes, sus efectos secundarios —somnolencia, mareos o falta de concentración— pueden resultar incompatibles con la conducción. La DGT exige evaluación médica y trata cada caso de forma individual, determinando en base a informes y seguimiento si conviene renovar el permiso o imponer un periodo de espera tras el diagnóstico.
1Enfermedades mentales y trastornos de ansiedad: lo que dice la DGT

Los trastornos de ansiedad y la depresión pueden alterar la percepción del entorno y la respuesta rápida ante imprevistos. La DGT requiere un informe que certifique estabilidad emocional y ausencia de crisis recientes para renovar el carné, evitando episodios de pánico o bloqueo al volante.
Del mismo modo, los trastornos obsesivo-compulsivos y de personalidad exigen evaluación de su impacto en la toma de decisiones y flexibilidad cognitiva. La DGT considera la medicación y el historial de seguimiento clínico para autorizar la conducción con plena seguridad.