sábado, 21 junio 2025

‘La Promesa’ se queda huérfana de otro de sus más míticos personajes que se marcha para siempre y lo cambia todo                                  

Las paredes del palacio de los Luján en La Promesa encierran en su interior secretos, intrigas y, especialmente, historias de lealtades absolutamente inquebrantables; pero hoy, esos mismos corredores se preparan para un cambio que afectará no solo a los fogones, sino al mismísimo corazón de todo el rango noble. La marcha de Rómulo Baeza, el mayordomo interpretado por Joaquín Climent no es solo el abandono de un personaje, sino todo el cierre de un capítulo en «La Promesa».

Publicidad

2
EL ACTOR QUE CONVIRTIÓ LA CONTENCIÓN EN ARTE

Fuente: RTVE

Actuar usando el personaje de un mayordomo en La Promesa puede resultar un papel menor, pero Joaquín Climent mostró que hasta los personajes más tenues pueden acaparar el protagonismo. Su Rómulo Baeza no necesitaba gritar para hacerse oír; con su sola presencia, con su mirada, con la forma que tenía de hablar lenta pero significativa le bastaba. Climent realizó un personaje que, a la vez que un enigma, era un refugio.

Sabíamos poco de su pasado, pero el hallazgo de los datos que nos fueron suministrados (su amor por Emilia, su obediencia a los Luján) se acumulaba y conformaba a un hombre que prefería permanecer en las tinieblas. Climent ha sido un mago de la economía expresiva; mientras otros hacían grandes monólogos acababa por decir más con un gesto que muchos mediante diez frases.

Algunas de sus escenas, como la de la que se preparaba para su despedida en sus temporadas anteriores, una simple lágrima que discurría por su rostro la han dejado grabada en las memorias de quienes la vivieron.

Su actuación es un recordatorio de que las emociones más plenas suelen quedarse sin palabras. Y ahora, él se marcha. Ya no será solo la despedida de un personaje: la salida de un personaje como forma de entender la interpretación: sin orientaciones pero con una profundidad intensa. El legado que dejó en «La Promesa» es imborrable. Rómulo Baeza se erigió como un personaje emblemático no por el hecho de lo que hacía, sino porque tenía una manera de hacerlo.

Climent le dio esa dignidad que iba más allá del papel de sirviente que representaba, lo que vino a confirmar que la verdadera nobleza no siempre está asociada a un título. ¿Podrá la serie encontrar otro actor capaz de llenar ese vacío? Casi imposible. No solo de talento se trata, si no de una química entre intérprete y personaje capaz de convertir a un personaje en memorable.


Publicidad