El móvil ha sido durante años el enemigo público número uno al volante, el sospechoso habitual en cualquier conversación sobre distracciones y seguridad vial. Sin embargo, en la era de la hiperconectividad y los vehículos cada vez más tecnológicos, un nuevo contendiente le disputa ese dudoso honor, y según la Dirección General de Tráfico, con argumentos de peso para considerarlo aún más peligroso. Esta amenaza, integrada en el propio salpicadero, puede pasar más desapercibida, pero sus consecuencias son igualmente devastadoras, acechando en cada trayecto donde la atención se desvía, aunque sea por unos instantes, de lo verdaderamente importante: la carretera.
La familiaridad con estas pantallas integradas, desde el navegador GPS hasta los sistemas de infoentretenimiento, puede generar una falsa sensación de seguridad, como si su uso fuera una extensión natural de la conducción. Nada más lejos de la realidad. La DGT advierte que manipular estos dispositivos en marcha, incluso para tareas aparentemente sencillas, implica desviar la vista y la concentración durante segundos que pueden ser cruciales, convirtiendo una comodidad moderna en un riesgo latente capaz de desencadenar un accidente con la misma o mayor facilidad que el uso indebido del teléfono.
2EL GPS EN EL PUNTO DE MIRA: MÁS QUE UNA SIMPLE GUÍA, UNA DISTRACCIÓN POTENCIAL

El sistema de navegación GPS es, sin duda, una de las herramientas más valoradas por los conductores, un aliado indispensable para llegar a destinos desconocidos o encontrar la ruta más eficiente. Sin embargo, su manejo imprudente se ha convertido en una de las principales preocupaciones para la Dirección General de Tráfico, **superando en algunos estudios de distracción al temido teléfono *móvil* en cuanto al tiempo que el conductor aparta la vista de la calzada**. Introducir una dirección, modificar un itinerario o simplemente explorar el mapa mientras se conduce implica una desconexión del entorno que puede tener consecuencias fatales, transformando una ayuda en un peligro.
La clave, según los expertos en seguridad vial, reside en la planificación. Cualquier ajuste en el navegador debería realizarse siempre con el vehículo completamente detenido y en un lugar seguro, nunca en marcha. La DGT insiste en que la programación previa del trayecto es fundamental, ya que una vez iniciada la conducción, la tentación de «retocar» la ruta ante un imprevisto o una simple duda puede llevar a cometer una imprudencia grave. Esta recomendación no es baladí; los segundos que se dedican a interactuar con la pantalla del GPS son segundos en los que no se perciben señales, peatones, cambios de carril de otros vehículos o cualquier otro elemento crítico de la circulación, un riesgo similar al que supone contestar una llamada con el móvil en la mano.