domingo, 22 junio 2025

Esta distracción destrona al móvil como la mas grave y puede generar un accidente, según la DGT

El móvil ha sido durante años el enemigo público número uno al volante, el sospechoso habitual en cualquier conversación sobre distracciones y seguridad vial. Sin embargo, en la era de la hiperconectividad y los vehículos cada vez más tecnológicos, un nuevo contendiente le disputa ese dudoso honor, y según la Dirección General de Tráfico, con argumentos de peso para considerarlo aún más peligroso. Esta amenaza, integrada en el propio salpicadero, puede pasar más desapercibida, pero sus consecuencias son igualmente devastadoras, acechando en cada trayecto donde la atención se desvía, aunque sea por unos instantes, de lo verdaderamente importante: la carretera.

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La familiaridad con estas pantallas integradas, desde el navegador GPS hasta los sistemas de infoentretenimiento, puede generar una falsa sensación de seguridad, como si su uso fuera una extensión natural de la conducción. Nada más lejos de la realidad. La DGT advierte que manipular estos dispositivos en marcha, incluso para tareas aparentemente sencillas, implica desviar la vista y la concentración durante segundos que pueden ser cruciales, convirtiendo una comodidad moderna en un riesgo latente capaz de desencadenar un accidente con la misma o mayor facilidad que el uso indebido del teléfono.

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LA PANTALLA TÁCTIL: CUANDO LA TECNOLOGÍA SE VUELVE TRAICIÓN AL VOLANTE

Fuente Pexels

La tecnología embarcada en los automóviles ha experimentado un avance espectacular en la última década, transformando nuestros salpicaderos en auténticos centros de mando digitales. Estos sistemas, pensados para facilitar la vida a bordo, pueden convertirse en un arma de doble filo si no se utilizan con la debida prudencia, especialmente cuando su manipulación se realiza con el vehículo en movimiento, una práctica que la DGT considera de alto riesgo. La tentación de ajustar la ruta del GPS, cambiar de emisora de radio a través de una interfaz táctil compleja o simplemente curiosear por los menús del sistema puede parecer inofensiva, pero cada segundo que nuestros ojos no están en la carretera aumenta exponencialmente la probabilidad de un percance.

El problema fundamental radica en la naturaleza de la interacción con estas pantallas. A diferencia de los botones físicos, que a menudo pueden operarse por tacto sin desviar la mirada, las pantallas táctiles exigen una atención visual casi constante para acertar con la opción deseada. Esta necesidad de «apuntar» con el dedo en un punto concreto de la pantalla, mientras el coche sigue su curso y el entorno vial cambia constantemente, genera una carga cognitiva y visual que merma drásticamente la capacidad de reacción del conductor. No es lo mismo un vistazo rápido al velocímetro que una interacción prolongada con un sistema que, aunque útil, compite directamente por nuestros recursos atencionales con la tarea principal: conducir de forma segura, algo que el uso del móvil también compromete seriamente.

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