Nuestro organismo envía señales sutiles cuando empieza a faltarle agua: esa sensación de sequedad en la boca, el cansancio inesperado o el ligero dolor de cabeza. Reconocer estos avisos tempranos es clave para evitar problemas mayores. Actuar con rapidez puede marcar la diferencia en tu bienestar diario.
Beber un vaso de agua no siempre basta si la pérdida de líquidos ya es significativa. Nuestro cuerpo, formado por dos tercios de agua, necesita un equilibrio constante para digerir alimentos, eliminar toxinas y regular la temperatura. La deshidratación puede afectar el ánimo, la concentración y el rendimiento físico, así que conviene anticiparse antes de sentir sed.
11Prevención constante

La mejor defensa es incorporar el hábito de beber a lo largo del día, no solo cuando sientas sed. Colocar la botella en el escritorio o programar recordatorios en el móvil ayuda a mantener un flujo constante de agua, evitando urgencias.
Crear rutinas —por ejemplo, un vaso al levantarse, otro antes de las comidas y sorbos cada 15–20 minutos— facilita un consumo regular y te mantiene en un estado optimo de hidratación, con beneficios en ánimo y rendimiento.