La Plataforma Gas No es Solución, formada por Fundación Renovables y otras organizaciones ecologistas, ha emitido un informe en el que acusa a las corporaciones gasísticas de aprovechar la laxitud de la regulación para distorsionar en su beneficio los datos de emisiones contaminantes y perpetuar los beneficios de un negocio que, según la agrupación, es tan nocivo para el medio ambiente como el petróleo y el carbón.
EL GAS: NI NATURAL, NI ‘VERDE’, NI BARATO
El documento desarticula la narrativa que presenta al gas fósil como un «combustible de transición» y un «mal necesario» que facilita el proceso de abandono del petróleo y el carbón. La plataforma incide en que «el mal llamado gas natural» es un combustible fósil que, al contrario de lo que dice la Unión Europea (UE) no es verde ni barato.
Su uso conlleva graves riesgos para la salud y el medio ambiente, y agrava la crisis climática» -denuncia. «No solo contamina cuando se quema, sino también por las fugas de metano que se producen a lo largo de su cadena de producción».
Las críticas del informe se extienden al Gas Natural Licuado (GNL), al que mete en el mismo saco como «fósil», compuesto predominantemente por metano y «sin ninguna bondad por la que se le pueda considerar más natural que el petróleo o el carbón».
LA PLATAFORMA GAS NO ES SOLUCIÓN CONSIDERA QUE las disputas contractuales, la falta de fiabilidad del suministro y los altos precios HACEN DEL GAS NATURAL LICUADO «UNA MALA SOLUCIÓN» PARA LA SEGURIDAD ENERGÉTICA DE LA UE
La plataforma tampoco compra la etiqueta de vector para la seguridad energética que lleva el GNL. El documento indica que las disputas contractuales, la falta de fiabilidad del suministro y los altos precios han hecho del GNL «una mala solución» para el problema de seguridad energética de la UE.
Desde 2019, la volatilidad de los precios del gas fósil ha aumentado debido a las tensiones geopolíticas, las condiciones meteorológicas, las interrupciones de las terminales de exportación y otros factores como la especulación en el mercado del gas y el comportamiento indebido de las empresas» -indica- «Por ejemplo, la explosión en 2022 y el cierre más prolongado, en abril de 2024, de Freeport LNG, una terminal estadounidense de exportación de GNL, han influido en la subida de los precios de este hidrocarburo en Europa.
LA NORMATIVA DE EMISIONES, PAPEL MOJADO
La investigación pone en solfa la eficacia de la regulación europea de control de emisiones contaminantes, la cual, afirma, es sistemáticamente eludida por las grandes empresas del sector.
La industria del petróleo y el gas contrata a empresas tecnológicas emergentes para que controlen los contaminantes y ‘certifiquen’ que producen gas con bajas emisiones de metano» -relata el texto. «Sin embargo, las investigaciones revelan que las normas son laxas y falta transparencia».
Los monitores del sector, continúa el informe, pueden no detectar casos de contaminación y, cuando se detectan, las empresas petroleras y gasistas rara vez toman medidas. «El gas procedente de pozos seleccionados de alto rendimiento se certifica como de bajas emisiones, y posteriormente, se producen fugas de metano a lo largo de la cadena de suministro desde los conductos, los lugares de almacenamiento, las plantas de GNL y los camiones cisterna», explica.
LAS FUGAS DE METANO, A LA ORDEN DEL DÍA
En la UE, este hidrocarburo ‘certificado’ puede llegar a las terminales de GNL. De este modo, «puede eludirse la normativa de la UE sobre metano».
Esta picaresca corporativa representa un problema especialmente grave en España, al tratarse de un país de tránsito y entrada de metaneros para el resto de Europa y que alberga una gran actividad de almacenaje en algunos puertos.
Gas No es Solución se apoya en los registros vía satélite, que entre 2022 y 2024 observaron un total de 1.194 fugas del sector de los combustibles fósiles de países de los que España importa recursos energéticos, principalmente de Estados Unidos y Argelia. «Asimismo, en la Península Ibérica se detectaron 29 escapes que procedían de instalaciones de gestión de residuos» -señala. Se estima que esas fugas podrían haber emitido en torno a 212 toneladas de metano y se concentran alrededor de grandes núcleos urbanos como Valencia, Madrid o Murcia. Además, en las infraestructuras del sector también se producen derrames de forma habitual».
LA INDUSTRIA INTENTA BLINDARSE
Gran parte de la elevada dependencia del gas que padecen España y, por extensión, Europa, se sostiene, según los autores, en la gran influencia y poder que ejercen las multinacionales del ramo.
Se cita el ejemplo del Grupo Consultivo de la Industria de la Plataforma energética de la UE, que incluye a grandes petroleras y gasistas como BP, Total y Eni. Este comité «excluye totalmente a la sociedad civil, decisión criticada por el Defensor del Pueblo Europeo».
Ni siquiera el hidrógeno, considerado uno de los recursos cruciales para la transición energética, se libra de las críticas de la plataforma: «Actualmente el 99% de la producción de hidrógeno está basada en combustibles fósiles, sobre todo gas». Por consiguiente, la inclusión del H2 en la taxonomía europea de descarbonización «puede llevar a más subsidios para los combustibles fósiles».
EL INFORME DE GAS NO ES SOLUCIÓN DENUNCIA QUE EL 99% DE LA PRODUCCIÓN DE HIDRÓGENO TIENE UN ORIGEN FÓSIL. POR CONSIGUIENTE, LA INCLUSIÓN DEL H2 EN LA TAXONOMÍA EUROPEA DE DESCARBONIZACIÓN SUPONE SUBSIDIAR LOS COMBUSTIBLES FÓSILES
Al respecto, señala un nombre propio: Enagás. El gestor oficial gasístico español, que ha conseguido que sus iniciativas de hidrógeno sean incluidas los Proyectos de Interés Común de la UE, ha solicitado que se incluya en la regulación una ‘cláusula de protección de derechos adquiridos’ que se aplicaría a algunos proyectos de hidrógeno ‘azul’ (el producido a partir de gas natural) durante toda su duración.
«Estos proyectos se clasificarían para siempre como de bajas emisiones de carbono, basándose en modelos ya obsoletos», denuncian desde Gas No es Solución.
En general, la plataforma hace un alegato por la desaparición total del gas como medio de generación, para lo cual será necesario «aumentar la tasa de almacenamiento energético; diversificar tecnológicamente y geográficamente la producción de energía renovable; digitalizar y modernizar la red de transporte e incorporar medidas de flexibilidad de la demanda, entre otras cuestiones».