Ese ruido que hace tu nevera por la noche se ha convertido en la banda sonora no deseada de muchas madrugadas, un acompañante sigiloso que rompe el silencio del hogar. Se trata de un zumbido, un traqueteo o un gorgoteo intermitente que, aunque ignoremos durante el día entre el ajetreo cotidiano, se magnifica en la quietud nocturna. Muchos lo asumen como un peaje inevitable del electrodoméstico, un achaque de la edad que simplemente hay que soportar. Sin embargo, este sonido es mucho más que una simple molestia; es una señal de alerta que nos está enviando el aparato, un aviso de que algo no funciona de manera óptima y que, de paso, está inflando nuestra factura de la luz.
Lo que la mayoría de la gente desconoce es que detrás de este molesto concierto no siempre se esconde una avería grave o la necesidad inminente de llamar a un técnico. En una abrumadora cantidad de casos, la causa es mucho más mundana y su remedio, sorprendentemente rápido y sencillo. Existe un truco, o más bien un par de comprobaciones de apenas cinco minutos, que puede devolverle la paz a tus noches y la eficiencia a tu frigorífico. Se trata de prestar atención a dos aspectos fundamentales que solemos olvidar por completo, y que son la clave para entender por qué nuestra nevera protesta cuando debería estar trabajando en silencio.
4ASÍ FUNCIONA EL CORAZÓN DE TU FRIGORÍFICO

Para comprender por qué estos dos sencillos gestos son tan efectivos, es útil saber a grandes rasgos cómo funciona una nevera. Su corazón es un sistema de refrigeración por compresión, un circuito cerrado que funciona de manera muy similar a un aire acondicionado. El compresor, que es el motor que oímos, presuriza un gas refrigerante y lo envía al condensador (la parrilla trasera). Allí, el gas se enfría y se convierte en líquido, liberando el calor al ambiente de la cocina. Luego, ese líquido frío viaja al evaporador (dentro del congelador), un circuito cerrado donde el calor del interior se extrae y se disipa en el exterior a través de la rejilla trasera.
Este ciclo se repite una y otra vez para mantener la temperatura programada. Ahora se entiende todo mucho mejor. El polvo en el condensador impide que el calor se disipe, forzando a todo el sistema a trabajar el doble. Una mala nivelación hace que el compresor, que ya de por sí vibra al funcionar, transmita ese movimiento a todo el chasis. Ambos problemas atacan directamente la eficiencia del ciclo de refrigeración, entendiendo que cualquier obstáculo en este proceso se traduce en un sobreesfuerzo, un ruido molesto y, por supuesto, un mayor consumo energético que pagamos nosotros.