sábado, 14 junio 2025

Ese ruido que hace tu nevera por la noche tiene solución, el truco de 5 minutos que te dará paz que estas buscando y ahorrarás luz

Ese ruido que hace tu nevera por la noche se ha convertido en la banda sonora no deseada de muchas madrugadas, un acompañante sigiloso que rompe el silencio del hogar. Se trata de un zumbido, un traqueteo o un gorgoteo intermitente que, aunque ignoremos durante el día entre el ajetreo cotidiano, se magnifica en la quietud nocturna. Muchos lo asumen como un peaje inevitable del electrodoméstico, un achaque de la edad que simplemente hay que soportar. Sin embargo, este sonido es mucho más que una simple molestia; es una señal de alerta que nos está enviando el aparato, un aviso de que algo no funciona de manera óptima y que, de paso, está inflando nuestra factura de la luz.

Publicidad

Lo que la mayoría de la gente desconoce es que detrás de este molesto concierto no siempre se esconde una avería grave o la necesidad inminente de llamar a un técnico. En una abrumadora cantidad de casos, la causa es mucho más mundana y su remedio, sorprendentemente rápido y sencillo. Existe un truco, o más bien un par de comprobaciones de apenas cinco minutos, que puede devolverle la paz a tus noches y la eficiencia a tu frigorífico. Se trata de prestar atención a dos aspectos fundamentales que solemos olvidar por completo, y que son la clave para entender por qué nuestra nevera protesta cuando debería estar trabajando en silencio.

3
UN BAILE INESTABLE: EL SECRETO ESTÁ EN LAS PATAS

Fuente Pexels

Si tras limpiar la parte trasera el ruido persiste, es muy probable que el problema resida en el segundo gran olvidado: la nivelación. Una nevera que no está perfectamente asentada sobre el suelo es propensa a vibrar. Aunque el desnivel sea mínimo e imperceptible a simple vista, es suficiente para que el funcionamiento del motor genere una vibración que se transmite a toda la estructura del aparato. Este temblor es el responsable de muchos de los traqueteos y ruidos metálicos que oímos, provocando que las tuberías internas y el propio motor choquen entre sí o contra la carcasa del aparato. Es como un baile descoordinado que genera una sinfonía de ruidos molestos.

Aquí entra en juego el segundo truco. La mayoría de las neveras tienen unas patas delanteras roscadas que permiten ajustar su altura. Coloca un nivel de burbuja en la parte superior del electrodoméstico, primero de lado a lado y luego de delante hacia atrás. Si no está perfectamente nivelada, gira las patas con la mano o con una llave inglesa hasta que la burbuja quede centrada. A menudo, se recomienda una ligerísima inclinación hacia atrás para que la puerta cierre sola por gravedad. Es asombroso cómo, un ajuste milimétrico que elimina la vibración de raíz y devuelve la paz a la cocina, puede acabar con un ruido que llevábamos meses soportando.


Publicidad