viernes, 13 junio 2025

Ese ruido que hace tu nevera por la noche tiene solución, el truco de 5 minutos que te dará paz que estas buscando y ahorrarás luz

Ese ruido que hace tu nevera por la noche se ha convertido en la banda sonora no deseada de muchas madrugadas, un acompañante sigiloso que rompe el silencio del hogar. Se trata de un zumbido, un traqueteo o un gorgoteo intermitente que, aunque ignoremos durante el día entre el ajetreo cotidiano, se magnifica en la quietud nocturna. Muchos lo asumen como un peaje inevitable del electrodoméstico, un achaque de la edad que simplemente hay que soportar. Sin embargo, este sonido es mucho más que una simple molestia; es una señal de alerta que nos está enviando el aparato, un aviso de que algo no funciona de manera óptima y que, de paso, está inflando nuestra factura de la luz.

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Lo que la mayoría de la gente desconoce es que detrás de este molesto concierto no siempre se esconde una avería grave o la necesidad inminente de llamar a un técnico. En una abrumadora cantidad de casos, la causa es mucho más mundana y su remedio, sorprendentemente rápido y sencillo. Existe un truco, o más bien un par de comprobaciones de apenas cinco minutos, que puede devolverle la paz a tus noches y la eficiencia a tu frigorífico. Se trata de prestar atención a dos aspectos fundamentales que solemos olvidar por completo, y que son la clave para entender por qué nuestra nevera protesta cuando debería estar trabajando en silencio.

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POLVO, EL ENEMIGO INVISIBLE QUE DISPARA TU FACTURA

Fuente Pexels

La primera y más común causa de que una nevera haga ruido y consuma más de la cuenta es la acumulación de polvo y suciedad en su parte trasera. Detrás del aparato se encuentra el condensador, una parrilla de tubos por la que circula el gas refrigerante para liberar el calor extraído del interior. Si esta rejilla está cubierta por una gruesa capa de pelusa y polvo, el intercambio de calor se vuelve ineficiente, actuando como un abrigo que obliga al compresor a funcionar durante más tiempo y a mayor intensidad para compensar. Este sobreesfuerzo continuo no solo genera más ruido, sino que dispara el consumo eléctrico de una forma que notaremos a final de mes.

La solución es el primer truco de cinco minutos. Con la nevera desenchufada de la corriente por seguridad, sepárala con cuidado de la pared para acceder a su parte posterior. Con un cepillo suave o el accesorio de cepillo de la aspiradora, limpia a conciencia toda la rejilla del condensador y la zona del compresor, eliminando todo el polvo acumulado. Es una tarea que deberíamos realizar al menos una vez al año, un gesto que no solo reducirá drásticamente el ruido sino que puede generar un ahorro notable en la factura de la luz. Al permitir que la nevera «respire» correctamente, su motor trabajará menos forzado, en ciclos más cortos y de forma mucho más silenciosa.


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