No todos los caminos llevan a Roma. Algunos, los más serenos y discretos, conducen a Santiago. Y entre ellos, uno en particular ha empezado a cobrar fuerza entre los caminantes que buscan algo más que una credencial sellada: el Camino Inglés desde Ferrol.
Frente a las aglomeraciones y el bullicio del Camino Francés o las largas etapas del portugués, esta ruta susurra al oído del peregrino: «Tómate tu tiempo, aquí lo importante no es llegar antes que nadie, sino redescubrir el valor del trayecto, paso a paso”.
Un camino con historia que renace
En tiempos pretéritos, no era habitual que los peregrinos del norte de Europa cruzaran la Península a pie desde los Pirineos. La mayoría llegaban por mar, a bordo de barcos con origen en Inglaterra, Irlanda e incluso de Escandinavia. Ferrol era uno de sus puertos predilectos. Su ría ofrecía abrigo, sus astilleros daban trabajo y, desde aquí, el camino hacia Santiago era más directo, aunque no menos sagrado.
El conocido como “Camino inglés” es, esencialmente, una ruta marítimo-terrestre que supera ampliamente los 800 años de antigüedad. Aunque fue perdiendo fuerza con el tiempo, en las últimas décadas ha resurgido con nuevos bríos. Hoy, sigue guardando ese halo de discreción que lo hace tan especial: pocos lo conocen, menos lo recorren, y quizás por eso deja una huella más profunda, tan personal.
Las ventajas del Camino Inglés frente a otras rutas
Mientras otros caminos viven llenos de conversaciones cruzadas y colas para conseguir cama, aquí la soledad se convierte en compañera. Y no en un sentido negativo, sino como ese espacio necesario para pensar, mirar alrededor y sentir en todo su esplendor la pureza del Camino.
Para todos aquellos que buscan una experiencia más tranquila y menos masificada, el Camino Inglés desde Ferrol es una excelente opción. Se trata de un recorrido que combina historia, naturaleza y autenticidad. Además, hoy en día es posible contratar agencias especializadas como Camino de Santiago 2.0, que organizan todo el trayecto, permitiéndote disfrutar del viaje sin preocupaciones logísticas.
Por otro lado, las etapas no son demasiado largas ni excesivamente duras, perfecto para quienes se inician o disponen de pocos días libres. En cinco o seis jornadas se suele llegar a Santiago sin prisas, con tiempo para disfrutar de cada fuente, iglesia y banco bajo un castaño. El camino bordea el mar, lo que abre las posibilidades de descubrir innumerables y espectaculares vistas, atraviesa aldeas, se interna en bosques y termina fundiéndose con la arquitectura compostelana.
Ferrol, punto de partida perfecto
Pocos asocian Ferrol con peregrinación. Grave error. Esta ciudad gallega ha sido puerto, astillero y refugio. También ha sido punto de partida para miles de peregrinos que decidieron iniciar aquí su camino en vez de en los circuitos saturados de siempre.
Ferrol no es solo un punto en el mapa: es un lugar para mirar con calma antes de empezar a caminar. El barrio de la Magdalena, con su cuadrícula ilustrada, tiene un aire racional y elegante. El paseo marítimo revela la historia naval de la ciudad, mientras que las playas cercanas invitan a mojar los pies antes de ponerlos al servicio del Camino.
Además, es una ciudad fácil de alcanzar, con conexiones cómodas desde A Coruña, Santiago y otras urbes gallegas. Es práctica, pero también entrañable. Como esos lugares que uno no tenía en el radar y que acaban quedándose en el recuerdo por mucho más tiempo del previsto.
¿Qué perfil de peregrino elige esta ruta?
No todos los peregrinos buscan lo mismo. Algunos quieren hacer muchos kilómetros. Otros, reencontrarse. Hay quienes llegan solos, otros en pareja o con amigos. Pero si hay algo que comparten muchos de los que eligen el Camino Inglés, es el deseo de vivir algo íntimo y verdadero.
Muchos son primerizos, sí, y ven en esta ruta una forma amable de empezar: sin aglomeraciones, sin exigencias extremas, sin maratones. Otros ya han hecho el francés o el del Norte y quieren descubrir otro paisaje, otro ritmo, otra historia. También hay quienes simplemente tienen una semana libre y deciden dedicarla a algo que les reconecte consigo mismos.
Porque este camino no exige grandes sacrificios físicos, pero sí recompensa con pequeñas epifanías cotidianas: un amanecer sobre la ría, un café con vistas a un valle, una conversación improvisada con un vecino que indica el rumbo.
En definitiva, es un camino para todo tipo de perfiles peregrinos.
Cómo organizar tu Camino Inglés sin complicaciones
Para muchos, la idea de organizar un Camino puede parecer abrumadora. Etapas, albergues, traslados… Pero la buena noticia es que hoy no hace falta cargar con todas esas preocupaciones. Existen agencias especializadas, como Camino de Santiago 2.0, que se encargan de todo: desde reservar alojamientos hasta mover tu mochila de un punto a otro. Incluso te ofrecen seguro, asistencia y recomendaciones personalizadas.
Y esto no significa perder autenticidad. Al contrario: te permite centrarte en lo verdaderamente importante, que es vivir el camino con los cinco sentidos. Porque cuando dejas de pensar en la logística, empieza la experiencia real.
Consejos prácticos para disfrutar al máximo
No necesitas ser un atleta para recorrer el Camino Inglés, pero conviene prepararse un poco. Caminar durante una semana, entre 15 y 25 kilómetros diarios, requiere algo de fondo y mucha cabeza. Ir sin expectativas rígidas ayuda. Ir ligero, también.
El mejor momento para hacerlo es entre primavera y otoño. Mayo, junio y septiembre suelen regalar el clima perfecto: no hace demasiado calor, los días son largos y las lluvias no molestan demasiado. Galicia siempre tiene su chispa de humedad, así que no olvides una capa impermeable.
Y, sobre todo, lleva lo justo. En la mochila y en la mente. Porque cuanto más ligero se camina, más profundo se siente.
Conclusión
El Camino Inglés no grita. No presume. No corre. Simplemente acompaña. Y esa es, quizás, su mayor virtud. Es una invitación a redescubrir lo sencillo, a valorar lo cotidiano, lo auténtico, la conexión con uno mismo y con el entorno y a entender que, a veces, las mejores rutas no son las más transitadas, sino las que permiten escucharse a uno mismo mientras los pies hacen su trabajo. Ahora con las agencias especializadas es más fácil e inolvidable vivir esta experiencia.
Y si el viaje empieza en Ferrol, mejor aún. Porque todo lo que necesitas está ahí: historia, mar, gente amable… y un sendero que se abre, sin estridencias, para quien quiera recorrerlo con el corazón abierto.