La celebración de la romería de El Rocío ha reunido esta semana a miles de personas en la aldea onubense de Almonte, donde la devoción, el ambiente festivo y la presencia de rostros conocidos se han mezclado como cada año. Entre las figuras más destacadas se encuentra Isabel Pantoja, que ha reaparecido en este enclave religioso cargado de significado para muchos andaluces. Su visita no ha pasado desapercibida: los comentarios sobre su aspecto físico, así como una actitud visiblemente emocionada ante la imagen de la Virgen del Rocío, han generado todo tipo de reacciones. Una de las más contundentes ha sido la de Dulce Delapiedra, la mujer que ejerció como niñera de Isa Pantoja y que ha vuelto a alzar la voz para señalar la dura contradicción que, a su juicio, representa ver a la artista llorando ante la Virgen mientras sigue sin tener relación con su hija.
2Isa Pantoja está preocupada

Una vez estabilizada, los servicios de emergencia confirmaron que Dulce se encontraba fuera de peligro, aunque visiblemente agotada. Según trasladó ella misma a las personas que la atendieron, llevaba tres días sin dormir y sufría una fuerte carga de nervios, lo que podría haber precipitado su colapso. Además, reveló que hacía quince años que no regresaba a El Rocío, un lugar muy significativo en su historia personal. La suma de las emociones, la presión mediática y las elevadas temperaturas podrían haber sido determinantes en el episodio que ha preocupado tanto a sus allegados como a sus seguidores. Aunque no se ha confirmado si será trasladada a un centro hospitalario, su entorno asegura que permanecerá en reposo al menos durante las próximas horas, evitando nuevas apariciones públicas.
Este incidente se produce en un contexto especialmente delicado para Dulce, que en los últimos años ha vivido una constante exposición mediática por su vínculo con Isa Pantoja y por sus frecuentes declaraciones públicas sobre la familia Pantoja. Su lealtad hacia la hija de Isabel ha sido una constante desde que la cuidó durante su infancia, y sus apariciones en televisión se han convertido en una vía para denunciar lo que ella considera una injusticia familiar. Su colapso en El Rocío no hace más que subrayar la carga emocional que arrastra desde hace tiempo, marcada por la decepción, el cansancio y un permanente estado de alerta frente a los movimientos de la familia Pantoja.
Mientras tanto, Isabel Pantoja permanece en Almonte, participando en los actos religiosos de la romería. Aunque no se ha pronunciado sobre el estado de salud de Dulce ni sobre las últimas declaraciones de esta, las cámaras siguen pendientes de cada uno de sus gestos, a la espera de alguna reacción. La artista continúa acaparando titulares, ya no solo por su trayectoria musical, sino también por los conflictos personales que arrastra y que parecen haber dividido de forma irreversible a su entorno familiar. Su presencia, incluso en un lugar de recogimiento espiritual como El Rocío, sigue siendo una fuente de tensión, generando reacciones tan intensas como las vividas esta semana. Mientras la devoción de algunos intenta imponerse al ruido mediático, la salud y el bienestar de quienes la rodean se tambalean, como ha quedado reflejado en este último episodio que ha tenido como protagonista, una vez más, a Dulce Delapiedra.